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Conoce a tu cliente

En la crisis griega, como en las burbujas inmobiliarias, las entidades financieras parecen haber incumplido una de las normas prudenciales más básicas e intuitivas del sector: conocer a sus clientes. A la vista de esa negligencia, parece lógica la demanda de varios parlamentarios alemanes para que los bancos asuman parte del coste de rescatar a Grecia.

Porque, ¿en qué estaban pensando las entidades francesas y alemanas para acumular casi 90.000 millones de euros en bonos griegos? ¿Nunca les llamó la atención que la deuda griega superara el 100% del Producto Interior Bruto? ¿No se inquietaron cuando se descubrió en 2004 que los datos estadísticos del país estaban trucados? ¿Por qué siguieron tragándose unos títulos que ahora merecen la descalificación de basura según alguna influyente agencia de rating?

Sin duda, intuyeron que, tarde o temprano, el Estado griego no podría abonar sus deudas. Pero debieron pensar que, cuando llegase la quiebra, algún tercero, con dinero público, pagaría la bacanal de números rojos. Y acertaron. El contribuyente alemán deberá poner, según algunos cálculos, unos 30.000 millones de euros en total para ayudar a Grecia durante tres años. El español, unos 10.000 millones de euros. Y así, un país de la zona euro tras otro para que los acreedores puedan recuperar su temeraria apuesta.

Pero Berlín se resiste a que las entidades negligentes se vayan sin pagar parte de la factura. Tanto entre los socialistas alemanes como entre los conservadores de Angela Merkel, hay partidarios de que los acreedores acepten una rebaja en la devolución de la deuda. Se habla ya de, al menos, el 5%.

El BCE y el FMI, sin embargo, se muestran en contra de ese sacrificio de los bancos. Así que parece que a la población griega le tocará pagar en solitario -en forma de recortes salariales, subida de impuestos y recesión- los miles de millones de euros que el FMI va a dar al gobierno de Papandreu para que pueda saldar su irresponsable deuda con los bancos alemanes, suizos y franceses, entre otros.

Foto: exposición en la casa de cultura de Tournai, Bélgica (B. dM., octubre 2009).

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