_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Demasiado grande?

Las últimas presiones de Washington sobre la reforma financiera de EE UU no pueden descartarse. La Casa Blanca está preparada para seguir adelante sin el apoyo de los republicanos. Algunos en ambas partes opinan que ningún proyecto de ley podrá ser una buena política. Son necesarios compromisos adicionales para evitar que se produzca un atasco.

Se suponía que alcanzar un acuerdo sobre la regulación financiera sería más fácil que la reforma de la sanidad. Y había consenso en que la crisis financiera exigía un cambio. Pero la reforma pasó a un segundo plano durante más de lo esperado. Mientras, demócratas y republicanos comenzaron a percibir que el partido republicano era capaz de recuperar una o ambas cámaras del Congreso en las elecciones legislativas de noviembre.

Como resultado, la remodelación de la regulación bancaria se ha convertido en un tema decisivo para la estación de elecciones. La Casa Blanca parece seguir la estrategia de 59 más uno en el Senado: mantener a los 59 demócratas de un lado, y convencer al menos a un republicano para llegar al umbral imparable de los 60 votos. Si funciona esa táctica, pueden obtener un proyecto de ley que vender a los votantes. Los líderes republicanos, sin embargo, se preguntan si algún republicano -o incluso demócrata- votará por lo que llaman "el proyecto de ley del plan de rescate".

Hay espacio, no obstante, para el acuerdo. Tal vez los 50.000 millones de dólares del fondo de resolución de los demócratas podrían eliminarse a cambio de una mayor autoridad para confiscar y reducir los problemas de las instituciones financieras no bancarias. Tales ajustes serían compromisos sensatos para cualquier político que desee resultados concretos. Por ahora, querer apuntarse tantos corre el riesgo de ensombrecer alguna política decente.

Por James Pethokoukis

Archivado En

_
_