Echar una mano a Grecia
Luz al fin. Los miembros de la eurozona han detallado al fin los términos de la ayuda para que Grecia ordene sus finanzas. Hasta 30.000 millones de euros en préstamos que podrían extenderse tres años con un interés del 5,3%, más otros 15.000 millones procedentes del FMI a un tipo más barato.
Grecia confía en que el mero anuncio de las condiciones del rescate sirva para reducir el diferencial de castigo que está pagando por su deuda, pues todavía no necesita aprovechar esos fondos comunitarios. Es una pretensión sensata, especialmente porque el dinero de la zona euro será utilizado como último recurso y Alemania, que afronta una elección regional el 9 de mayo, no aceptará las reglas hasta pasados los comicios.
La reacción inmediata del mercado ha sido positiva. El bono a diez años se contrajo a primera hora unos 60 puntos básicos, hasta el 6,5%, aunque sigue siendo insosteniblemente alto desde una perspectiva a largo plazo. Grecia afrontará el test de los mercados a finales de este mes -y probablemente durante años- antes de que se desvanezca la sombra de un impago.
El principal punto del acuerdo es que los ministros de finanzas han demostrado que no se ofrece a Grecia tipos subvencionados. Lo cual fue una de las condiciones de Alemania para dar luz verde al plan aprobado el 25 de marzo. Desde entonces, las persistentes disensiones sobre los términos del rescate han contribuido a mantener revueltos los tipos del bono griego. Alemania pretendía hacer pagar a Grecia tipos de mercado, mientras que el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, sugirió que unos tipos no subsidiados equivalían al que pagan el resto de la zona euro.
El compromiso es acertado: Grecia abonará el euríbor más un 3,5%, lo que equivaldría a un 5,3% en las actuales condiciones de mercado. Dado que los rendimientos de la deuda a tres años de Francia y Alemania ronda el 1,5%, supone un sustancial castigo, aunque no mortal. El dinero más barato del FMI equilibrará la ecuación, y el tipo combinado para la totalidad del rescate quedaría en el 4,5%.
El primer ministro griego, George Papandreu, tendrá que afrontar todavía una deuda cuesta arriba dado su duro y abultado nivel de deuda y una economía poco competitiva. Pero al menos sabe lo que puede esperar de sus aliados finalmente
Pierre Briançon