El mago de las tendencias
El ceo de Apple vuelve a sorprender con su nueva invención, el iPad. En su primer día de venta en Estados Unidos, la compañía supera los 300.000 'tablets'.
La ideología de Steve Jobs, cofundador y CEO de la famosa empresa del corazón de la manzana, puede resumirse en una frase: "Sigue hambriento, sigue alocado". Una filosofía que le ha guiado durante las casi tres décadas que lleva revolucionando la tecnología. Cambiando, en definitiva, el mundo.
Un día. Es lo que Apple ha necesitado para satisfacer a sus clientes, apostados el pasado fin de semana frente a las tiendas de EE UU. El resultado: más de 300.000 unidades de su nuevo iPad vendidas. La compañía se supera a sí misma -el iPhone vendió 270.000 unidades en el primer día de venta-. El jueves, el CEO de Apple salió a la palestra para sacar brillo a sus cifras hasta la fecha: 450.000 tablets vendidas, 3,5 millones de aplicaciones descargadas de la App Store. El insaciable Jobs ha vuelto a poner en marcha una nueva tendencia.
La mayoría de los analistas auguran que continuará la euforia -si bien de forma más atenuada-. Las rápidas ventas se producen por el llamado "efecto pionero" explica Enrique Dans, profesor de sistemas de información en la IE. Dans pronostica que en el mundo se venderán este año entre siete y ocho millones de iPads. La cifra se suscribe en la tradición de los cachivaches de éxito de los "i" de Jobs: el iBook, el iPod y el iPhone.
Se necesitan poco más de 24 horas para dejar las estanterías vacías, pero cada artilugio de Apple va respaldado de trabajo y tiempo, mucho tiempo. La historia de éxito de este hombre que viste siempre vaqueros y jersey negro, se remonta 30 años atrás y se inscribe en la leyenda de esos jóvenes estadounidenses visionarios, que un día se encerraron en el garaje de su casa para salir después, ojerosos, algo más delgados y con el mundo a sus pies.
Su amigo, Steve Wozniak, y Jobs, con el poco dinero reunido tras vender su furgoneta Volkswagen, crearon Apple I en 1974. Dos años después, fundaron Apple Computer. Y ocho después, la compañía generaba 2.000 millones de dólares y contaba con 4.000 empleados. Jobs entonces no era más que un treintañero.
Pero la historia de Jobs comienza mucho antes. Su madre biológica decidió darle en adopción. Los padres del crío tendrían que ser "gente bien", es decir, universitarios. Jobs explicaba así sus porqués en un discurso en la Universidad de Stanford en 2005. "Esto es lo más cerca que he estado de graduarme", bromeaba.
En la universidad de Reed, California, no duró ni seis meses. Aún así, estuvo año y medio vagabundeando por el campus. Dormía en el suelo de las habitaciones de sus amigos, recogía botellas vacías de Coca Cola por cinco centavos para conseguir algo de dinero. Y una vez a la semana, caminaba 10 kilómetros para comer algo decente en un templo Hare Krishna. Si no hubiera dejado la universidad nunca hubiera tomado clases de caligrafía. Si no hubiera tomado clases de caligrafía, los ordenadores del futuro no hubieran tenido unas bellísimas letras, señalaba este empresario budista.
Poco después, en 1984, Apple dio a luz el primer modelo de Mac. Para entonces, Jobs ya era conocido por su toque mágico. El spot publicitario corrió a cargo de Ridley Scott. En él, una rubia atlética, con descaradas reminiscencias del replicante de la mítica película de ciencia ficción, Blade Runner, hacía saltar en pedazos una enorme pantalla que representaba a IBM, el gigante informático que por aquel entonces monopolizaba el mercado.
En aquel año, Jobs ya había conseguido fichar a John Scully, presidente de Pepsico, con un desafío: "¿Quieres vender agua azucarada durante el resto de tu vida o prefieres cambiar el mundo? Un año después del alegórico spot, Scully desplazó a Jobs en la dirección de Apple, que acabaría querellándose contra su propio fundador. Unos tiempos dolorosos, como él mismo reconocería después.
En un abrir y cerrar de ojos, pasó del éxito a estar de nuevo en la casilla de partida. Pero no se quedó de brazos cruzados. En 1986, compró un par de pequeñas empresas. Una de ellas, The Graphics Group, obtuvo un Oscar por Toy Story, la primera película realizada enteramente por ordenador. Hoy, la empresa es propiedad de Disney y se llama Pixar. Gracias a ella, Jobs controla el 7% de la fábrica de sueños.
Doce años más tarde, en 1996, Apple atravesaba dificultades y Jobs fue de nuevo llamado a filas. Tras su incorporación, lanzó el iMac y el iPod, y la empresa resurgió de sus cenizas. Desde entonces, Jobs se ha separado de Apple sólo en una ocasión. A principios de 2009, un cáncer de páncreas le obligó a ausentarse. Jobs había reconocido públicamente su enfermedad algunos años atrás, pero su retirada provocó que algunos medios llegaran incluso a anunciar su muerte. "El morbo de los periodistas le ha hecho cada vez más celoso de su privacidad. Es comprensible" dice Bernardo Hernández de Google. "Es curioso, pero en España parece que no le conoce nadie personalmente", señaló el empresario Carlos Barrabés en una conversación telefónica con CincoDías.
A pesar de su recelo, la fama de despótico controlador le precede. Eso, sin embargo, no parece importar a los expertos consultados. Ninguno puede evitar dejar entrever un tono de admiración y respeto por el genio de Apple.