El 'excepcionalismo' español en la crisis
Durante los últimos meses hemos examinado los efectos tan duros de la crisis en nuestro país. En medio del pesimismo es fácil olvidar un área muy importante en la cual España ha tenido unos resultados notables. Pese a la intensidad de la crisis, seguimos teniendo uno de los sistemas financieros más sólidos de nuestro entorno, y la crisis financiera global ha tenido un impacto limitado sobre el mismo.
Los datos no dejan lugar a duda. A diferencia de otros países, no se ha producido una situación que pudiese suponer un riesgo sistémico, y España es uno de los poquísimos países en los que prácticamente no se ha desembolsado dinero de los contribuyentes para sostener al sistema. Los grandes bancos siguen teniendo beneficios y presentando resultados satisfactorios (en 2009 el Santander ganó 4.500 millones de euros y el BBVA 2.800. Además han tenido gran éxito atrayendo capital extranjero y han surgido como rescatadores (y depredadores) en los mercados de otros países con sus inversiones en el Reino Unido y EE UU.
Este éxito se debe a varios factores. Por un lado al marco institucional. Tenemos una estructura regulatoria coordinada en la cual el Banco de España juega un papel clave en su labor supervisora, pero que al mismo tiempo funciona en tándem con el Ministerio de Economía. Además, el marco regulatorio basado en el principio de provisionamiento dinámico, también ha sido clave. Las políticas anticíclicas que han obligado a los bancos a provisionar ante la eventualidad de pérdidas futuras que pudiesen no ser detectadas por procedimientos contables corrientes, así como la decisión de no provisionar aumentos de beneficios en momentos de bonanza que pudiesen comprometer la solvencia de los bancos a largo plazo y de no permitir activadas financieras fuera de balance, han sido decisiones modélicas que ahora están siendo adoptadas en otros países.
También se ha producido un proceso de aprendizaje que ha sido muy útil. Los bancos españoles aprendieron de la crisis de los 70 y 80, y las autoridades financieras tomaron las decisiones necesarias para prevenir que pudiese repetirse. Por otro lado las decisiones de los bancos de centrarse en su negocio clásico y evitar el desarrollo de los instrumentos financieros "de destrucción masiva" que proliferaron en otros países, y de expandirse internacionalmente para diversificar su riesgo, también han sido claves. Por último la cultura bancaria del país, menos agresiva, jerarquizada e ideologizada que la de otros países, pero al mismo tiempo con más aversión al riesgo, más igualitaria, y con gran experiencia en la gestión de riesgo, también explican el éxito de nuestros bancos.
Hay que reconocer sin embargo que el modelo tiene deficiencias ya que no ha prevenido la alta exposición de nuestras instituciones financieras a la burbuja inmobiliaria. Además algunos de nuestros bancos han sido salpicados por los escándalos de otros países, como el de Madoff. El gran Talón de Aquiles es, por supuesto, las Cajas de Ahorro que están muy expuestas a promociones inmobiliarias y a créditos morosos. Este año se espera que un 7% de sus créditos sean morosos y que lleguen a perder 3.400 millones de euros. Desafortunadamente la reestructuración de estas cajas sigue avanzando a un ritmo demasiado lento.
Además hay preocupación de que sigamos desestimando la extensión real del problema de los créditos dudosos y de la morosidad. Hasta ahora el Banco de España les exige que reserven un 10% del valor de la propiedad (tienen en sus libros entre 30.000 y 43.000 millones de euros en propiedades) y un 10% adicional si no se vende al cabo de un año, pero se espera que en vista de la crisis suba esta cifra hasta el 30%. Suponiendo que el total de las pertenencias esté en torno a los 35.000 millones de euros, esto supondría otros 3.200 millones en provisiones. A esto habría que añadir el coste de los préstamos que se han refinanciado pero no se han amortizado que pueden representar un 3,5% del sistema bancario, u otros 19.300 millones.
En definitiva hay motivos para sentirnos satisfechos del funcionamiento de nuestro modelo, pero no es todavía el momento de ser complacientes. Queda mucho por hacer.
Sebastián Royo. Director del Campus madrileño de la Universidad de Suffolk.