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Columna
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Reiniciando el contagio griego

Los líderes europeos aún pueden llegar a un acuerdo. Aunque las perspectivas no son nada halagüeñas. Mientras José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, quiere definir los detalles del paquete de ayuda a Grecia, Alemania no quiere siquiera que el tema figure en la agenda.

Pero todo depende de lo que "ayuda" signifique. Por lo que puede haber formas para que los socios de la canciller alemana, Angela Merkel, consigan un acuerdo aceptable. Llegar a un compromiso será difícil porque es difícil entender exactamente lo que Angela Merkel quiere. Ella misma reconoce que Grecia no pide dinero. El primer ministro griego, George Papandreu, se limita sólo a reclamar un mecanismo que facilite a los miembros de la eurozona con dificultades para pedir prestado en lo que llama condiciones "normales".

Pero al reavivar la retórica sobre el "no plan de rescate", Merkel ha empeorado los problemas de Grecia. Los diferenciales de los bonos griegos han aumentado 50 puntos básicos en la semana desde que empezó su campaña de poli malo. Justo cuando Atenas empezaba a convencer a las agencias de calificación de que su endurecido plan de reducción del déficit es serio.

El problema radica en que Merkel tiene la mirada puesta en las elecciones de principios de mayo de Renania del Norte-Westfalia, uno de los estados alemanes, y no puede ignorar la fuerte oposición del electorado de su país a cualquier acuerdo sobre Grecia. Sin embargo, aunque está tentada a jugar duro, puede considerar que un estancamiento persistente empeorará la situación de países como Portugal o España, los cuales parecen vulnerables si los europeos no son capaces de sostener la fortaleza griega.

Por Pierre Briançon

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