Más salud, menos déficit
La factura asciende a 940.000 millones de dólares durante los próximos 10 años; 700.000 millones de euros al cambio. Eso es lo que costará la histórica reforma sanitaria que el domingo aprobó el Congreso de EE UU. Lo que se ha aprobado poco tiene que ver con el proyecto inicial de Obama, que ha hecho de la extensión de la sanidad uno de los principales objetivos de su legislatura. Lo que ha aprobado el congreso está lejos de parecerse a los sistemas universales de seguridad social europeos, pero es un gran avance, porque dará acceso a seguro médico a 32 millones de personas. Se cuentan casos de personas que se han arruinado por no poder pagar una operación; aberraciones incomprensibles a este lado del océano.
Los mercados estadounidenses abrieron ayer revueltos, aunque pronto se repusieron. En realidad estaban más pendientes de lo que acontece entre Grecia y la Unión Europea que de la factura de la reforma. Es más, el sector salud, por motivos obvios, se disparó.
Esos 940 millones de dólares es la cifra que ha dado la Oficina Presupuestaria del Congreso. Es un pico, teniendo en cuenta que las cuentas del país no están escritas en tinta de oro.
Pero el mismo organismo calcula que la misma reforma sanitaria contribuirá a reducir el déficit estatal 143.000 millones los diez primeros años y hasta un billón los diez siguientes. Y lo logrará gracias al menor gasto en que incurrirán los programas de salud que el Estado tiene en marcha, como el Medicare, el seguro sanitario para mayores de 65 años. Pero sobre todo gracias al aumento de impuestos sobre ese mismo programa, el Medicare, para las rentas más altas, de hasta el 3,8% sobre las rentas del capital y del 0,9% sobre los rendimientos del trabajo.
No es de extrañar que haya costado tanto sacarla adelante, ni que el Partido Republicano haya votado en contra. Una subida de impuestos a las clases más altas va contra todo lo que ha defendido desde los tiempos de Reagan.