Océanos, siglo XXI
El agua ocupa el 71% de la superficie del planeta. Seguimos aferrados -es lógico- al suelo, a la ribera, y vamos ocupando progresivamente grandes espacios tierra adentro. En los albores de siglo y del milenio nos damos cuenta de que, también en este aspecto, tendremos que iniciar un cambio de época, el nuevo comienzo al que se ha referido Barack Obama.
Sí, el mar como horizonte para contribuir en muy buena medida a la economía basada en el desarrollo global sostenible: fuente nutritiva, de agua potable, de carburantes fósiles, de recursos naturales... que deben ser cuidadosamente utilizados para evitar que se convierta en explotación sin reparos.
Es necesario contar con un gran apoyo institucional para evitar, por ejemplo, que se laven en alta mar los contenidos residuales de los tanques de los buques petroleros. El GOOS (Global Ocean Observatory System) sólo tendrá una actuación eficaz cuando pueda llevarse a los transgresores delante de los tribunales correspondientes.
Es con la seriedad que confiere el conocimiento científico y el rigor propio de las personas responsables que deben abordarse los inmensos retos ecológicos que afronta la condición humana. Es imprescindible, sobre todo, contar con unas Naciones Unidas dotadas de los recursos personales, técnicos y financieros necesarios para que puedan garantizar el uso correcto y evitar la ausencia de regulación que tantos perjuicios causa también en este caso. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos es garantía de eficacia en este importante tema debiendo contar, asimismo, con los medios apropiados para la cabal aplicación de la ley.
En El Océano, nuestro futuro, la Comisión Mundial Independiente sobre los Océanos planteaba (1998, Año Internacional de los Océanos) los distintos aspectos de tan vasto e importante tema y recomendaba las pautas de conducta a seguir por la comunidad internacional. Es necesario el fomento de la investigación científica marina, de los estudios universitarios de ciencias del mar y la I+D+i en oceanografía. Todo ello debe formar parte de las prioridades de las políticas científicas y académicas.
Federico Mayor Zaragoza. Presidente del Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces