_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rompiendo la 'norma Volcker'

La muy publicitada propuesta de norma Volcker fracasa rápidamente en el Congreso de EE UU. Paul Volcker, posiblemente, no estará muy sorprendido. El ex presidente de la Reserva Federal bromeó diciendo que era "una oportunidad para hacerse una foto", incluso después de que el presidente Barack Obama apoyara públicamente limitar las negociaciones por cuenta propia de los bancos. El problema es que los legisladores ya no están interesados en la amplia reforma.

Cualquier cambio tiene que pasar por la Comisión Bancaria del Senado de EE UU. Una vez pasado el estado de ánimo de crisis, las contribuciones a la campaña de Wall Street y la intransigencia de los republicanos son primordiales. Eso significa que el nuevo equipo de negociación -el demócrata Chris Dodd, el presidente, y el novato republicano Bob Corker- no llegarán a un acuerdo en nada radical. Corker dice que la norma Volcker no es "el tema principal" de discusión, algo con lo que probablemente coincida gran parte de la comisión.

La norma Volcker parece cada vez más una maniobra que una solución viable. A pesar de la presión durante meses, la aprobación de la Casa Blanca sorprendió tanto al Comité como al sector bancario. Una pobre manera de introducir una legislación seria en Washington. Dodd, que acabará su mandato en breve, ve la reforma como su legado, y quiere la ley aprobada para principios de verano. Su visión: la norma Volcker es una repentina e inoportuna complicación.

Los cínicos siempre han visto el respaldo de Obama como una medida populista. Una reacción provocada por la pérdida de un escaño en el Senado de EE UU de Massachusetts. Incluso algunos partidarios de la norma admitieron que el plan no se dirigía directamente a los fallos reguladores que propiciaron la crisis.

A pesar de la aparente falta de entusiasmo, Obama introdujo el plan con un gran despliegue. Los demócratas del Senado dicen, no obstante, que la Casa Blanca emplea su capital político para crear una nueva reglamentación de financiación al consumo. A pesar del gesto, la Administración de Obama tiene escaso interés en medidas más extremas para limitar el tamaño del sector bancario o de sus actividades. Si Volcker albergaba cualquier duda, no debería tener más.

Por James Pethokoukis

Archivado En

_
_