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Columna
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Inclinando la balanza de nuevo en Chile

La victoria de Sebastián Piñera en las elecciones presidenciales chilenas podría ser una señal de retorno al capitalismo pura sangre en América Latina. Si el nuevo presidente hace lo que ha dicho que hará -una perspectiva plausible-, otros países podrían estar menos tentados por el socialismo populista encarnado por la Venezuela de Hugo Chávez.

El centro-derecha casi llegó al poder en las elecciones presidenciales del 2000 y ahora Piñera, que estaba próximo pero no directamente envuelto en el Gobierno de Pinochet, tiene una oportunidad de mostrar lo que el capitalismo puede lograr. Puede seguir el legado de su hermano José, que introdujo el sistema social privatizado bajo Pinochet. Aquel sistema, una primicia mundial, fue modificado aunque no abandonado por el Gobierno de centro-izquierda de 2006

En comparación con los estándares históricos de América Latina, el historial económico de Chile ha sido bueno. El crecimiento anual del PIB desde el 2000 es de un promedio del 4% y el país ha tenido un notable éxito a la hora de sobrevivir a la recesión de 2008-09, ayudado por el fondo de 9.000 millones de dólares constituido con los beneficios de las exportaciones de cobre. Aunque eso es todavía una tasa más baja que la que Chile disfrutó en los últimos años de Pinochet. Las expectativas de Piñera de un crecimiento anual del 6% -mediante estímulos fiscales, reformas del mercado laboral y una mejor educación- son creíbles.

Piñera ha dicho que reducirá la corrupción y que evitará el autoritarismo de la era Pinochet. Si mantiene sus promesas, Chile proporcionará al resto de América Latina un ejemplo local atractivo de éxito de economía de libre mercado. Eso serían buenas noticias, y no sólo para los chilenos.

Por Martin Hutchinson

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