Con Alemania hemos topado... y lo peor puede estar por llegar
Si se toman en serio los grandes objetivos que el Gobierno se ha fijado para la presidencia europea habría que concluir que un balance exitoso quedaría reflejado al final del semestre en una foto a 27 con la firma de un documento que garantice una salida concertada de la crisis económica. Para poder confiar en que esto sea posible habría que convenir también que a países como Francia, Alemania, Reino Unido o España, por ejemplo, les conviene aplicar las mismas medicinas para curar sus males, a pesar de las grandes diferencias que separan sus coyunturas y la evolución de sus principales indicadores. En suma, tendríamos que esperar que, a pesar de que se consumara una superación gradual de la recesión a varias velocidades, como ya han previsto algunos organismos internacionales, fuera posible aplicar algún denominador común que orille aspectos como los intereses enfrentados que operan ante una futura subida de los tipos o el nivel de severidad aplicable a los países que incumplan los compromisos de estabilidad.
El arranque de la presidencia española no sólo ha sido traumático por el cuestionamiento en algunos medios de resonancia internacional de la capacidad del Gobierno español para liderar con éxito el mandato comunitario, sino también por la exhibición de la falta de química con Alemania. La propuesta de sancionar a los países que incumplan los objetivos del Pacto de Estabilidad ha tenido tanto eco porque tardó 24 horas en ser rectificada como respuesta a la rápida reacción de rechazo del ministro alemán de Economía, Rainer Brüderle.
Pero no era una iniciativa original de España. Su raíz, informan fuentes gubernamentales, nace de la necesidad de emitir un mensaje de credibilidad al mundo económico y financiero sobre la eficacia de las medidas que pudieran adoptarse en el futuro para salir de la recesión y conseguir crear empleo. De hecho, la propuesta de castigar a los países que gestionen mal los recursos comunitarios en el horizonte de 2020 está presente en la carta que el líder de los liberales en el Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt, dirigió recientemente al presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, para conseguir que la UE a 27 recupere autoridad. Al final, la vicepresidenta Elena Salgado, no fue recibida el pasado miércoles en Berlín por Brüderle, sino por su colega de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Un baile que evitó situaciones embarazosas.
La química del presidente español con Angela Merkel siempre ha sido mejorable, todo lo contrario que con el hiperactivo Sarkozy
Si bien Zapatero ha zanjado el encontronazo con Alemania presentándolo en la Ejecutiva del PSOE como producto de las tensiones que atenazan al Ejecutivo germano, lo cierto es que la química del presidente con la canciller Angela Merkel siempre ha sido mejorable, todo lo contrario de lo que ha ocurrido desde el principio con el hiperactivo presidente Sarkozy, uno de los principales guías espirituales de Zapatero durante este semestre.
Lo mejor que puede ocurrir, y en esto coinciden tanto fuentes socialistas como medios del PP, es que la presidencia española transcurra sin grandes sobresaltos en la gestión de los grandes objetivos de política económica, y con la certeza de que ha contribuido a afianzar las nuevas instituciones comunitarias despejando las incertidumbres que todavía pesan sobre el riesgo de solapamiento que podría darse entre Rompuy, Barroso, Zapatero, Ashton y los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros.
Aunque la guinda final del semestre la pondrá el ex presidente Felipe González y su Grupo de Reflexión, atentos al dato, es probable que así ocurra, explican las mismas fuentes, si se parte de los deberes tan genéricos que la vicepresidenta Elena Salgado acaba de trasladar en gira europea a sus colegas de Luxemburgo, Francia, Portugal, Reino Unido, Alemania, Grecia e Italia. Estas recetas se resumen en cinco capítulos: definición de la estrategia para salir de la crisis, elaboración de la agenda 2020, mejora de la supervisión financiera y la lucha contra el fraude fiscal.
Mañana martes, Salgado se estrenará en Bruselas como presidenta del Ecofin en un debate que medirá el grado de compromiso de los diferentes países con la armonización fiscal. Zapatero tendrá también que retratarse en breve en el Parlamento europeo y en la cumbre prevista para el 11 de febrero que abordará la coordinación de las políticas económicas.
Para explicar la complejidad de las negociaciones comunitarias, el ex vicepresidente Pedro Solbes solía contar el chiste de que un dromedario es un caballo negociado en Bruselas. Lejos de cambiar, la situación se ha complicado porque a España le ha tocado asumir la presidencia en un momento de graves dificultades en el que, al margen de los intereses de Alemania, influye también con fuerza el llamado frente británico, opuesto a traducir los fallos detectados en la Agenda de Lisboa en el otorgamiento de mayores poderes a Bruselas. La presidencia española, según las mismas fuentes, mira con atención a las elecciones de mayo en Gran Bretaña, ya que una hipotética victoria del conservador David Cameron puede empeorar todavía más las cosas y deslucir la coronación del mandato de Zapatero. A pesar de las fotos con Obama.