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Pymes. En portada

Los 'todo a cien' chinos, víctimas de su propio éxito

Dueños de su propio negocio, insuperables en precio y tremendamente austeros, los comerciantes chinos están sobrellevando la recesión en mejores condiciones que otras tiendas y mantienen el empleo. Sin embargo, la fuerte competencia y la creciente importación de productos de su propio país está reduciendo sus ventas.

Mao Feng, propietario del Centro Comercial Asia, un almacén de venta mayorista ubicado en Fuenlabrada, al sur de Madrid.
Mao Feng, propietario del Centro Comercial Asia, un almacén de venta mayorista ubicado en Fuenlabrada, al sur de Madrid.Juan Lázaro

Desde que entraron en el sector comercio hace 10 años, los inmigrantes chinos han sido los campeones del todo a cien, acaparando casi de manera exclusiva la venta de artículos a bajo precio, un negocio donde otrora reinaban grupos nacionales como Hormigos.

Sin embargo, ahora que el consumo se ha contraído, la fuerte penetración de los productos provenientes de su propio país parece haberse dado la vuelta contra ellos.

"Ahora todo el mundo está vendiendo productos chinos", comenta Mao Feng, un empresario de 40 años que con la crisis se ha visto forzado a cerrar dos de sus seis tiendas de bolsos y bisutería en Madrid. "El mismo bolso que vendo en mi tienda puede encontrarse en Zara y Mango, donde casi todos los artículos están fabricados en China", explica.

Además de las tiendas al detalle, Feng, que lleva 13 años en España, es propietario de un centro de comercio mayorista en Cobo Calleja -un polígono ubicado en Fuenlabrada, al sur de Madrid- donde 60 tiendas venden ropa, lencería y toda clase de artículos importados de China e India. El Centro Comercial Asia, en el que invirtió unos 9 millones de euros, ocupa una nave de 8.500 metros cuadrados cuyo anterior inquilino era Hormigos.

Feng dice que el centro facturaba unos 100 millones anuales, pero en los últimos dos años las ventas han caído un tercio, sobre todo en textiles. Esto es bastante más que la media del sector si se tiene en cuenta que según la Confederación Española de Comercio, las ventas de ropa en 2009 han caído entre un 10% y 20%.

Casi no hay día que no se inscriba en el Registro Mercantil un nuevo establecimiento chino

Feng, que viste un fino traje negro cuya elegancia contrasta con la austeridad de su oficina, cree que estas estimaciones son conservadoras, pero reconoce que en el caso de sus coterráneos, la caída es más notoria en la venta minorista, en parte también por el aumento de la competencia, tanto de sus propios compatriotas como de inmigrantes de otras nacionalidades.

Pese a esta situación adversa, el colectivo chino está demostrando ser más resistente a la crisis que otros grupos de inmigrantes. De enero a noviembre de 2009, el total de extranjeros afiliados a la Seguridad Social disminuyó en 13.000, mientras que el número de chinos aumentó en 3.672.

"Frente a la tendencia generalizada, la llegada de chinos sigue aumentando, sólo que a un ritmo más lento", dice Joaquín Beltrán, investigador principal del área de estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Y si uno revisa con cierta regularidad el Boletín Oficial del Estado, notará que casi no hay día que no se inscriba en el Registro Mercantil un nuevo establecimiento chino.

Un colectivo peculiar

Según Amadeo Jensana, director de Programas Económicos y de Cooperación de Casa Asia -un consorcio público con sede en Barcelona que fomenta las relaciones entre España y el Asia-Pacífico-, a diferencia de sus pares latinoamericanos, donde sí se observa una regresión, los chinos tienen una serie de características que los hace más fuertes a la recesión. "La mayoría es autónomo y tiene su propio negocio. Con la crisis disminuyen sus ingresos, pero no se quedan sin trabajo", precisa.

En segundo lugar, por el tipo de comercio en el que se especializan, manejan negocios que, por sus precios bajos, resultan muy útiles para la gente que, con crisis o sin ella, sigue necesitando cosas. En tercer lugar, los chinos son tremendamente ahorradores. Tienen muy pocos gastos y con pocos ingresos pueden vivir tranquilamente. "Rara vez los verás comiendo en bares o restaurantes", comenta Jensana.

Eduardo Morcillo, socio de Interchina Consulting, una consultora que asesora a empresas europeas interesadas en invertir en el gigante asiático, el colectivo chino en España tiene tres grandes negocios: restaurantes, tiendas de todo a cien y alimentación, y grandes almacenes de venta mayorista como los de Cobo Calleja.

“Ahora todos venden artículos fabricados en China. El bolso que vendo yo puede hallarse en Zara”, dice Feng

"Los tres están muy vinculados al consumo y se han visto afectados por la recesión igual que otros sectores, por lo que el flujo de mano de obra y mercancías procedentes de China ha bajado".

En efecto, luego de nueve años de crecimiento consecutivo, las importaciones españolas de consumibles chinos (ropa, calzado, juguetes, joyas, relojes, cuero, entre otros) cayeron el año pasado desde los 5.551 millones hasta los 4.970 millones.

Aun así, Morcillo sostiene que el impacto de la crisis en los chinos es menos dura que en otros grupos porque se han posicionado en un segmento de productos baratos, "que nadie deja de comprar".

Pero Feng advierte que con la creciente internacionalización de la manufactura china, esta ventaja se ha perdido un poco. "Ya no hay mucha diferencia de precio con la competencia española. Incluso, Carrefour y Alcampo venden bolsos chinos más baratos que los míos porque trabajan con grandes cantidades", refiere.

Chinatown SA

Morcillo dice que el modelo de inmigración china es el mismo en todas partes y se basa en la creación de comunidades que mantienen una relación muy estrecha con su país de origen. Cobo Calleja es una prueba fehaciente de ello.

Feng ya tenía seis tiendas en Madrid cuando en 2006 concluyó que el auge de comercios chinos justificaba la apertura de un gran centro de distribución mayorista donde sus paisanos pudiesen abastecerse de la mercadería. "No todos tienen dinero para invertir en un almacén grande", recuerda que pensó. "Pero si junto a varios pequeños y viene mucha gente a comprarnos, podremos vender más invirtiendo menos".

La apuesta de Feng y otros empresarios chinos ha convertido al polígono en la puerta de entrada de mercadería asiática más grande del país y en un auténtico pueblo chino, con restaurantes, bancos, agencias de viajes y oficinas que prestan todo tipo de servicios a este colectivo en su propio idioma, desde envío de remesas hasta asesoría informática.

En cuanto la recesión empezó, la reacción de Feng y otros propietarios fue bajar el alquiler de las galerías. "En mayo de 2008 bajamos el alquiler de 2.000 a 1.500 euros mensuales. Vamos a mantener este precio por lo menos hasta 2013 porque la subida será más lenta que la bajada".

Sobre su escritorio hay un tablero de Wei Qi, un juego de mesa inventado por sus ancestros hace más de 2.500 años. El pasatiempo, que como las damas se juega con fichas negras y blancas, es difícil de explicar, pero Feng lo sintetiza en una sola frase que parece resumir la estrategia seguida por el pueblo chino en su expansión por el mundo: "El que ocupa más sitio, gana".

Tienda de ropa en el polígono Cobo Calleja (Fuenlabrada, Madrid), la mayor puerta de entrada de mercadería asiática a España.
Tienda de ropa en el polígono Cobo Calleja (Fuenlabrada, Madrid), la mayor puerta de entrada de mercadería asiática a España.Juan Lázaro

Un modelo de inmigración único

Al igual que Mao Feng, el 70% de los 150.353 chinos residentes en España viene de Qingtian, una comarca de la provincia de Zhejiang, al sur de Shanghai.

Según Joaquín Beltrán, la agricultura y la industria en Qingtian es pequeña, sin embargo, es una localidad relativamente rica porque recibe muchas remesas de sus emigrantes. "Han elaborado vías de movilidad social basadas en la emigración a España, Italia y Francia".

Por su parte, Eduardo Morcillo destaca que el modelo de inmigración china es único en el mundo porque consiste en el establecimiento de colonias que generan un triple flujo de mano de obra barata, mercancías y capital.

"A diferencia de otros inmigrantes que se limitan a enviar remesas a sus países, cuando los chinos ya han producido riqueza suficiente, reinvierten parte de ese dinero en su país para integrarse verticalmente con las fábricas chinas de productos todo a cien, y otra parte, en grandes centros de distribución en Madrid y Barcelona. Gracias a este círculo virtuoso, China es el único país en el mundo que en la carrera por la internacionalización cuenta con una red de embajadas no estatales que va a facilitar la entrada de sus empresas a países insospechados".

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