_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Bonos a corto en EE UU?

Hay una larga lista de motivos para que los bonos del Tesoro sigan aumentando: el creciente endeudamiento del Gobierno, los temores de que la laxa política monetaria de la Reserva Federal avive la inflación y la preferencia de los inversores por los bonos de más alto rendimiento. Por eso los bonos a diez años han sido más altos a marchas forzadas mientras que los de dos años no.

Estas son buenas y bienvenidas noticias para los bancos que intentan salir del desastre de las subprime. Les permite tomar prestado a bajo precio en los mercados cortoplacistas y al mismo tiempo invertir en activos de más alto rendimiento que maduren en el horizonte del largo plazo. Eso sí que es dinero fácil.

La insistencia de la Fed en mantener los tipos de interés prácticamente en el cero durante un largo periodo de tiempo hace que posicionarse para una curva más empinada parezca una apuesta inteligente. Los bonos a dos años no tienen pinta de moverse demasiado hasta que la Fed dé muestras de cambiar de opinión.

De hecho, cuando la Fed subió los tipos en 2004, los rendimientos de los bonos del Tesoro a diez años cayeron a pesar de las expectativas de que sucediese precisamente lo contrario. El entonces presidente de la Fed, Alan Greenspan, consideró que el evento era un auténtico acertijo.

Sea como fuere, los inversores que se quemaron la primera vez no podrán decir en esta ocasión que no se les ha avisado.

Por Agnes T. Crane

Archivado En

_
_