Cajas de ahorro sin fronteras
El último Pleno del Congreso de los Diputados acaba de aprobar -como una enmienda a la Ley de Medidas Urgentes para el Mantenimiento del Empleo y la Protección de las Personas Desempleadas- que se elimine la autorización previa que hasta ahora debían dar de modo preceptivo los gobiernos autonómicos para que pudieran fusionarse las cajas que tienen la sede social en su territorio. Es decir, que se apuesta por contradecir el modelo de caja única por comunidad autónoma, "a modo de instituto de crédito regional vinculado al Gobierno autonómico" que parecía imponerse como tendencia. Y que en adelante se hace posible fomentar fusiones de cajas de ahorro de distintas comunidades autónomas para conseguir tamaños que permitan aprovechar mejor las economías de escala del negocio, sobre todo cuando en la estrategia y en los objetivos se busca una mayor capilaridad en todo el territorio español o incluso el desarrollo internacional, según propugnan Luis de Guindos, Vicente Martínez Pujalte y Jordi Sevilla en las conclusiones del estudio que sobre las cajas que acaba de publicar la editorial Aranzadi.
Antes de esa aprobación, el Pleno debatió una interpelación de Rosa Díez sobre La despolitización de los órganos rectores de las cajas de ahorro. Una cuestión muy pertinente que ha puesto sobre el tablero la pugna descarada abierta por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para asegurarse el control de la caja madrileña. La pretensión de Aguirre de situar en la presidencia de Caja Madrid al vicepresidente autonómico, Ignacio González, sin rodaje alguno en el ámbito financiero, hubo de ser frenada en última instancia por Mariano Rajoy con la propuesta de Rodrigo Rato, que a los antecedentes en el mundo de la gestión económica suma una muy definida coloración política. En el caso de Caja Madrid, ha quedado clara la renuncia a despolitizar los órganos rectores y ha entrado en acción la ley de las compensaciones, en aras de una apariencia de neutralidad obtenida mediante adscripción a los órganos de gobierno de candidatos ofrecidos por los diferentes partidos del arco parlamentario y por las organizaciones sindicales, bajo la idea subyacente de que hay merienda para todos. Una senda que hará vicepresidente al ex ministro Virgilio Zapatero, una personalidad de honradez probada y por completo respetable, pero sobre cuya idoneidad para esa función pudo ironizar el descartado Ignacio González
En esas mismas conclusiones del estudio más arriba citado se subraya que en la elección de los órganos de gobierno de las cajas se debería establecer que, independientemente de quién elija a los representantes en la Asamblea y en el Consejo de Administración, éstos no hayan de responder ante ninguna administración y mucho menos ante un partido político del que en ningún caso deberían ser correa de transmisión. Porque para nuestros autores la responsabilidad de los miembros del Consejo y de la Asamblea en sus actuaciones debería ser personal de modo que sus decisiones obedezcan única y exclusivamente a la defensa de los intereses de la caja. Por eso consideran conveniente excluir a los cargos políticos de los Consejos de Administración y definir un marco de mandatos que garantizara su independencia.
Sostienen nuestros autores que las cajas de ahorro en España han tenido, tienen y, si se hacen bien las cosas, seguirán teniendo, un papel muy relevante en el sistema financiero y en el conjunto de la economía. En su opinión, las cajas han ayudado al fortalecimiento de nuestro sistema financiero -tienen una cuota de mercado de depósitos y recursos gestionados superior a la de los bancos (54% frente a 39% en depósitos de otros sectores residentes y 50% frente a 44% en recursos gestionados)-. Consideran que la naturaleza de las cajas sigue siendo adecuada para el futuro sin que haya razón alguna que obligue a modificar su naturaleza jurídica aunque sea necesario establecer mecanismos para evitar la interferencia política y garantizar la independencia y profesionalidad de la gestión. Pero los ultraliberales que nos trajeron las subprime y otras delicias han decidido que las cajas son una anomalía del sistema y han dado el grito de Delenda sunt cajas. Veremos.
Miguel Ángel Aguilar. Periodista