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Columna
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En Grecia no se vive una tragedia

La crisis presupuestaria de Grecia plantea problemas para sus bancos. Entre los mayores tenedores de bonos del Estado, los prestamistas griegos sufrirán si el crédito del país se rebaja aún más o si sus bonos no se toman como colateral por el Banco Central Europeo. Pero los temores acerca del sistema bancario griego pueden ser exagerados.

Los bancos han estado tomando dinero del BCE de forma casi gratuita, al mismo tiempo que hacían millones con la mucho más flexible deuda griega. El Banco Nacional de Grecia, por ejemplo, hizo alrededor de 300 millones de euros, contra los beneficios netos de 1.000 millones, sobre su cartera de deuda en los tres primeros trimestres de 2009.

Grecia no es el único país cuyos bancos se están involucrando en este tipo de comercio. Pero la fiesta acabará si Grecia no puede asegurarse una A- en el rating de al menos una agencia de calificación (dos de ellas lo sitúan ahora en BBB+) para 2011, cuando los requisitos del BCE revertirán a los niveles anteriores a la crisis.

Además, la media del ratio de préstamos sobre depósitos de las entidades griegas es tan sólo del 80%, muy por debajo del 109% de la media de la zona euro.

Es cierto que los prestamistas griegos han hecho avances en los Balcanes. Y otros países miembros de la eurozona tienen demandas interpuestas sobre un tercio de los activos de los bancos griegos, siendo Alemania y Francia los más expuestos. Ambos factores pueden ser malas noticias para Europa, aunque buenas para Grecia. Los países de la eurozona más ricos tendrán muchas ganas de evitar un colapso del sistema bancario griego. Si el Gobierno fracasa en su intento de poner orden en la casa, el BCE podría encontrarse presionado para permanecer flexible y evitar el caos en Grecia y más allá.

Por Margaret Doyle

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