_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Déficit en pensiones y en sanidad

Las dos prestaciones más importantes de la protección social: pensiones y sanidad, tanto por su importancia cuantitativa como por las necesidades que atienden, están a punto de entrar en déficit este año, y con toda seguridad el próximo.

Con la llegada de la crisis en 2007 dijimos que era necesario revisar conjuntamente nuestro sistema de protección social para hacerlo sostenible a largo plazo; desde 1995 vengo insistiendo sobre esta cuestión. El plazo se ha agotado y la Comisión Europea ha alertado al Gobierno de la no sostenibilidad del sistema de pensiones contributivas de la Seguridad Social.

Quiero recordar lo que Tony Blair, ex primer ministro inglés, del Partido Laborista, decía en el libro verde Un nuevo contrato para el bienestar: "El Estado del bienestar tiene que cambiar porque el mundo ha cambiado radicalmente desde la generación de Beveridge, el mundo laboral no es el mismo, el papel de la mujer y la estructura de las familias se ha alterado, y sin embargo el sistema de protección social ha quedado desfasado con respecto a los cambios en el mundo". Para Tony Blair es necesario llevar a cabo una reforma basada en un contrato nuevo con el ciudadano para tener un Estado del bienestar justo y transparente y con un coste asumible para todas las generaciones.

En 1996 el contador del déficit de la Seguridad Social se puso a cero y se inició el desarrollo del Pacto de Toledo para que comenzara a surtir sus efectos en el Presupuesto para 1997. La crisis económica ha incidido fuertemente en los ingresos de la Seguridad Social. Dejarán de cotizar al sistema este año 1,3 millones de trabajadores que quedaron en paro en 2008 y, al menos, la mitad de más del millón en que aumentará el paro en 2009. En cambio, el gasto en pensiones ha continuado su ascenso, como viene sucediendo todos los años. El déficit se producirá aun incluyendo como cotizaciones las pagadas a la Seguridad Social por el Inem por los que cobran las prestaciones por desempleo, cuestión discutible, pues en interpretación estricta del SEC deberían considerarse como transferencias entre Administraciones públicas.

El sistema de pensiones ha sido utilizado como un instrumento redistribuidor de la renta y no como lo que realmente debe ser: un instrumento para distribuir la renta de un individuo entre consumo y ahorro en el ciclo vital de esa persona. La falta absoluta de proporcionalidad entre lo pagado por cotizaciones y lo recibido por pensiones y la falta de equidad de las tasas de sustitución entre el último salario de activo y el importe de la pensión del primer año, las más altas de la Unión Europea, han llevado al déficit al sistema de pensiones. La reforma a realizar debe ir encaminada a calcular la base reguladora de la pensión en función de todo el periodo contributivo para atenuar la falta de proporcionalidad del sistema y en retrasar la edad de jubilación a los 70 años para hacer frente al envejecimiento de la población. No sería necesario adoptar las dos medidas anteriores transformando nuestro sistema de reparto de prestaciones definidas en otro de reparto de aportaciones definidas, llevando cuenta a cada trabajador de sus aportaciones.

Una gran polémica ha surgido en cuanto a si la provisión pública de la sanidad debe comportar una producción pública de la misma o si, por el contrario, puede ser producida por el sector privado subsistiendo la provisión pública. La introducción de la disciplina del mercado en el sector público puede efectuarse por los procedimientos siguientes:

l Los bonos como instrumento para introducir competencia en la sanidad.

l El tique moderador constituye una alternativa para que los Gobiernos puedan obtener información sobre los mercados sanitarios; al mismo tiempo, al enfrentar a los consumidores con el pago parcial del servicio puede dar lugar a una disminución del gasto excesivo que puede generarse al ser totalmente gratuito el servicio.

l La creación de mercados regulados mixtos competitivos, cuya producción se efectúe tanto por el sector público como por el privado, pero en régimen competitivo.

l Sacar los servicios a contrata a través de la licitación competitiva hace funcionar las fuerzas del mercado. En Gran Bretaña, la National Audit Commission ha calculado que el ahorro medio está en torno al 22% del presupuesto inicial.

José Barea. Catedrático Emérito de la Universidad autónoma de madrid

Archivado En

_
_