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Crónica de Manhattan

El eslabón más débil

Que un miembro de la oposición reclame la dimisión de un responsable de Gobierno, es algo poco sorprendente. En EE UU no es muy frecuente, pero ocurre de vez en cuando, y la última vez fue hace apenas unos días.

Dos legisladores, republicanos, Kevin Brady y Michael Burgess, pidieron a Timothy Geithner que dejara su puesto como secretario del Tesoro durante una comparecencia de este ante un comité del Congreso.

Brady fue el más duro. Primero le recitó una serie de problemas que tiene EE UU, desde el elevado paro al, también, elevado déficit antes de pedirle que se fuera "por el bien de nuestros trabajos". Brady, un miembro de la Cámara de Representantes con bajo perfil político, tuvo en ese momento sus cinco minutos de fama, porque la escena se ha emitido repetidamente en la televisión.

Geithner no se achicó y respondió con vehemencia al legislador. Desde la Casa Blanca se cerraron filas alrededor del responsable de economía y lo mismo hizo el partido demócrata. El problema es que antes de que eso ocurriera, un miembro del partido del Gobierno, Peter di Fazio (legislador por Oregón), ya había dicho que Geithner debía irse.

¿Su problema con él? El informe del interventor del TARP, Neil Barofsky, que el día 16 criticó que la Reserva Federal de Nueva York, que entonces lideraba Geithner, no hubiera hecho más esfuerzos por proteger de AIG a los contribuyentes.

Barofsky reconoce en el informe que incluso si Geithner lo hubiera intentado, su posición era muy difícil y probablemente no habría tenido éxito, aunque ese matiz del informe ha pasado casi desapercibido. La crítica es que parte del dinero que se inyectó en AIG se destinó a compensar a bancos como Goldman Sachs o Société Générale y Banco Santander (entre otros de una larga lista), que habían tomado posiciones arriesgadas con la aseguradora pero que no sufrieron pérdidas, ya que los compromisos de AIG se asumieron por el Estado.

El informe Barofsky ha reforzado la idea de que Geithner es un hombre muy cercano a la banca y esa es una imagen muy negativa ahora que el Gobierno está ante una intensa presión debido al aumento del paro. Se ha contenido el ritmo de destrucción de empleo, pero el daño es ya tal que si se intensifican las críticas, Geithner puede convertirse en el hombre más débil del Gobierno.

Incluso el Daily Kos, el blog más influyente entre los progresistas, ha discutido la figura del titular del Tesoro. De hecho, con su crítica, Brady y Burgess sólo se montaron a un carro que ya estaba pasando.

En cualquier caso, ya se están haciendo quinielas sobre el posible reemplazo. La semana pasada se habló mucho de Jamie Dimon, el presidente de JP Morgan, quien en septiembre puso en marcha el proceso de su sucesión al frente de la entidad. Fue The New York Post, el diario de Ruppert Murdoch, el que sacó a la luz los rumores. Dimon ha dicho hace tiempo que le gustaría "servir a su país", pero también que quiere estar en el banco unos años más. Dimon tiene muy buena imagen y ha dado a conocer algunas de sus ideas políticas, digeribles por el Gobierno de Obama.

No obstante, la operación sería cambiar a un presunto amigo de banqueros por un banquero.

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