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Columna
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El oro puede seguir subiendo

El oro es diferente de otras commodities en muchos aspectos. Aún así, el precio del metal amarillo depende de los mismos tres factores que el petróleo o el trigo: oferta, demanda y condiciones financieras. Pero con todas ellas juntas, el incremento del 20% desde agosto debería ser sólo el principio.

Empecemos con la oferta. La producción de las minas totalizó 2.414 toneladas en 2008, valoradas en 88.000 millones de dólares al precio del 16 de noviembre. Se superará este año, pero no a partir de 2010, pues pasarán años antes de que se pongan en funcionamiento nuevas minas. El oro reciclado de joyas achatarradas y las ventas oficiales de oro supusieron 40.000 millones de dólares en 2008, pero estas fuentes no aportarán mucho crecimiento.

Un banco central, el indio, incluso se ha convertido en comprador al adquirir recientemente 200 toneladas del FMI. Si China decidiese colocar en oro el 10% de sus 2,3 billones de reservas, necesitaría comprar al menos la producción de tres años al precio actual. Tal movimiento es improbable, pero pequeñas variaciones por parte de los bancos centrales -menos ventas- sería suficiente para afectar el precio si subiese la demanda. Y esto sí es probable. El largo periodo de dinero fácil quizá no socave el sistema monetario, pero mucha gente se lo teme. Y, por si acaso, algunos podrían comprar más oro. Con la rentabilidad de la deuda pública tan baja, el metal parece un seguro barato.

Ciertamente, las condiciones financieras favorecen todas las commodities, oro incluido. El tipo de interés es bajo y los bancos están más dispuestos a apoyar a inversores y especuladores antes que prestar a empresas y consumidores. Además, las materias primas suponen un buen refugio en medio del descomunal estímulo fiscal y monetario en un mundo que todavía padece significativos desequilibrios.

Cuando el dinero es tan fácil y la demanda se mueve más deprisa que la oferta, los precios pueden explotar. En 18 meses desde julio de 1978, el oro pasó de 185 dólares la onza a 850. Lo que equivale a 2.400 dólares de los actuales. Y además, los tipos de interés de entonces eran mucho mayores a los de hoy. Un incremento similar podría llevar el oro a los 5.000 dólares por onza.

Martin Hutchinson

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