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Columna
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Control de los 'bonus'

El último golpe británico contra los bonus de los banqueros parece muy duro. La legislación podría dar poderes a la Financial Services Authority (FSA) para deshacer los contratos de los banqueros si estima que alientan la toma excesiva de riesgos. Esto podría ser desde el punto de vista legal, un lodazal. El Gobierno debería ser muy cuidadoso al sugerir que se pudiese reescribir los contratos laborales de los banqueros.

Concedamos que esta decisión tiene atractivos políticos. El Reino Unido sería la primera en adoptar formalmente los principios del G-20 disuadiendo las prácticas que garantizan los bonus durante varios años y requiriendo que se difiera parte del pago de las bonificaciones y que además se abonen mediante acciones. Pero el Gobierno no puede legalmente liquidar estos usos bancarios.

Es cierto que será embarazoso cuando a finales de año se paguen 6.700 millones de euros en bonus tras un año en que el sector ha rozado la bancarrota. Sin embargo, los nuevos controles no se aplicarán este año y además, es previsible que afecten a los contratos ya existentes. Pero por lo menos parecerá que el Gobierno está haciendo algo.

Los banqueros se han hecho un flaco favor abonándose los megabonus cuando la economía está todavía tocada. No obstante, algunos aspectos de la reforma podrían ser perversos. Por ejemplo, la prohibición de garantizar bonus varios años seguidos podría suponer un aumento del salario base en el sector. Además, aunque esta práctica no debería ser la norma, juega un papel legítimo para atraer talento. Obstaculizarlo estrecharía el mercado y reducir la competencia.

No sólo supone una intromisión sobre los contratos, sino que podría dañar el estatus de la City como centro financiero mundial. Intentar desmontar los actuales contratos será difícil legalmente, por lo que la FSA debería estar bien aconsejada para que use su nuevo poder con moderación.

George Hay

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