Hacia el final de la 'Gran Moderación'
El término Gran Moderación es el nombre dado a una teoría económica surgida a principios de esta década. Ya en 2004, Ben Bernanke, actual presidente de la Reserva Federal -en ese momento asesor de Alan Greenspan- hizo de ello el tema central de uno de sus discursos.
Esta teoría trata de describir y explicar la reducción en la volatilidad de los ciclos económicos y sus componentes principales. Atañe a la economía real, donde llegó a haber una disminución del 50% de la volatilidad en el crecimiento del PIB y a la economía financiera con una reducción en dos tercios de la volatilidad de la inflación.
Esta espectacular disminución de volatilidad se atribuye a tres factores. El primero a la efectividad de la política monetaria. Efectivamente, después de que la Reserva Federal consiguiese echar a los demonios de la inflación a principios de los años 80, en la época de Volcker, las políticas monetarias aplicadas por prácticamente todos los bancos centrales se han orientado a controlar la inflación.
El segundo factor se refiere a los cambios estructurales habidos el sistema económico y en particular el sistema financiero. Así, durante la Administración Reagan se siguió una política de desregulación y eliminación de barreras entre inversión y banca comercial, que derogaba la ley Glass Steagall. Las innovaciones correspondientes ampliaron los mercados financieros y como resultado aumentaron préstamos y crédito, impulsando la demanda general, lo que llevó al crecimiento estructural de la economía de EE UU, por encima de la de otros países y de su propio registro histórico.
El tercer factor es la buena suerte, que abarca los elementos aleatorios que no pudieron ser identificados como falta de crisis de petróleo o de grandes desequilibrios geopolíticos, el microchip y la aparición de internet.
Sin embargo los tres factores han sido seriamente cuestionados desde mediados de 2007 junto con la validez de la teoría de la Gran Moderación. De hecho, la desregulación en el sistema bancario y financiero de EE UU han resultado dañinos para la comunidad financiera y las ingenierías innovadoras y los productos estructurados se han traducido en hojas de balance inundadas de activos tóxicos en los bancos. Ello ha causado quiebras tanto en la demanda como oferta de crédito y una recesión económica aún más profunda, mientras la recuperación de la economía de EE UU puede ser más lenta y propensa a incertidumbre.
Al mismo tiempo la adopción de acciones cuantitativas de política monetaria es extraña y desestabilizadora y produce incertidumbres sobre si provocará picos de inflación o conducirá a una pérdida de la confianza en el dólar. De hecho la volatilidad del ciclo económico ya ha vuelto a aumentar, distorsionando de nuevo las expectativas de los agentes económicos.
A ello se añade la inestabilidad geopolítica en Oriente Medio y África, junto con la conmoción económica causada por el surgimiento de China como centro neurálgico del mundo, que pone en entredicho la buena suerte. Las consecuencias pueden verse en el aumento de la volatilidad de los precios de las materias primas, lo que a su vez puede tener efectos directos e inmediatos sobre el ciclo de inflación en el mundo.
Christophe Donay. Estratega jefe del banco privado suizo Pictet