Los equilibrios de Rusal
Preparar a una compañía para la flotación mientras se reestructuran deudas equivalentes a diez veces el Ebitda sería un verdadero quebradero de cabeza para el mejor de los financieros. Pero Rusal, el mayor productor mundial de aluminio, se está jugando su futuro mientras busca un acuerdo con entidades occidentales para gestionar su deuda de 7.400 millones de dólares -al margen de su planeada salida a Bolsa en Hong Kong-. La compañía rusa es la joya de la corona del imperio de Oleg Deripaskaz, y el magnate tiene sus esperanzas puestas en lograr una ampliación de capital de 2.000 o 3.000 millones de dólares antes de final de año.
Los acreedores occidentales tienen mucho interés en que no descarrile su plan de obtención de liquidez. Después de todo, uno de sus principales prestamistas, BNP Paribas, sería junto con Credit Suisse el coordinador global de la oferta pública inicial.
Los bancos occidentales querían esperar hasta que Rusal hiciese limpieza con sus prestamistas rusos, que acaparan 9.400 millones de dólares más de la deuda de la compañía. El Vnesheconombank rescató el año pasado a Rusal cuando se enfrentó a una provisión de fondos complementaria sobre su participación del 25% en la productora de níquel Norilsk. El banco de propiedad estatal decidió recientemente extender un año su crédito de 4.500 millones a Rusal. El grupo renegoció también su deuda de 2.900 millones con Mijail Projorov, el oligarca que le vendió su participación en Norilsk.
Pero Rusal necesita llegar a un acuerdo definitivo con sus acreedores occidentales. Necesita presentarle a las autoridades de Hong Kong un balance reestructurado para que le permitan entrar en Bolsa antes de finales de año. Y si eso último no pasase se arriesga a que se rebelen los minoritarios y a que Moscú acabe entrando al trapo.
Incluso si Deripaska llega a un acuerdo con sus prestamistas, ello no garantizaría una flotación exitosa. Pero para él se trata o de la salida a Bolsa o del Kremlin.
Pierre Briançon