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Tribuna
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Cooperar, progresar

Sufrimos una crisis económica mundial que puede explicarse, entre otros factores, como una crisis de valores. Venimos de un modelo económico que ha primado la maximización de beneficios, la asunción de objetivos a corto plazo y desencadenado además conductas especulativas voraces.

¿Cómo queremos que sea la economía del futuro? Debe reivindicarse la vigencia actual y las potencialidades de futuro de la economía cooperativa, por su apuesta por un modelo más cercano a las personas, por ser más proclive a resolver los problemas reales de la gente y por su espíritu democrático y solidario. El cooperativismo representa un modelo de eficiencia empresarial, cuya fortaleza se asienta en el binomio compromiso/responsabilidad de sus socios, lo que incide en una mayor estabilidad que otras fórmulas más vulnerables.

El modelo cooperativista está muy enraizado en Europa en el entorno financiero, con cerca de 5.000 bancos cooperativos que ofrecen sus servicios a más de 120 millones de clientes representando en su conjunto más del 20% de la cuota de mercado.

Venimos de una época en la que las estructuras mercantiles han gozado de un amplio y generoso prestigio, contrapuesto a la poca consideración que han sufrido otras fórmulas. Debemos tomar consciencia de que el modelo cooperativo es ante todo una opción para emprendedores y de autotrabajo. Por eso la crisis económica representa una oportunidad para la economía cooperativa, un excelente dispositivo capaz de absorber el choque sísmico provocado por aquella.

Otro prejuicio que afecta a las cooperativas es el de la dimensión. ¿Sabían que las 300 mayores cooperativas del mundo representan el equivalente al PIB de Canadá? Es decir, se puede ser una cooperativa y adquirir dimensión. Lo mejor que le puede suceder a la economía social es que las sociedades que la integran sean líderes en los distintos sectores donde están presentes.

Para ello deben desarrollarse esquemas de cooperación que permitan abordar procesos de inversión tecnológica y plataformas operacionales que impulsen su competitividad. Sería deseable una mayor presencia de la economía cooperativa en la agenda política. E idear y poner en práctica nuevos instrumentos mixtos (de participación pública y privada) de capital riesgo destinados a proyectos cooperativistas.

¿Cómo queremos que sea la economía del futuro? Deberíamos apostar por un crecimiento sostenible a medio y largo plazo en el que prime el factor productivo por encima del especulativo y apostar por el rigor, el esfuerzo, el sacrificio y la responsabilidad. El futuro debe ser un poco más cooperativo.

Joan Cavallé. Director general de Caja de Ingenieros y vicepresidente segundo de UNAC

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