Lula y la gravedad
Hace unos años, Lula afirmaba en una entrevista que "negar la globalización era como negar la ley de la gravedad". Con esta plástica y lúcida afirmación, destacaba la fuerza que tienen los factores tecnológicos, económicos y sociales en la consolidación de la globalización económica. Eso sí, después del titular, Lula precisaba sus palabras afirmando que el modelo de globalización que acabe imponiéndose no está escrito en ninguna ley física. Y que la función de la política era ofrecer a la sociedad instrumentos para actuar de contrapoder, de contrapeso frente a la globalización económica, para impedir que ésta termine siendo una globalización sin derechos y con más desigualdades sociales
Todo ello viene a cuento de la decisión anunciada por el Gobierno brasileño de instaurar un impuesto del 2% sobre determinados movimientos de capital. Para, entre otras cosas, evitar el calentamiento de su economía como consecuencia de los grandes flujos de capital que están acudiendo a Brasil y sus impactos especulativos. Las críticas que ha recibido de los poderes económicos son las de siempre. Del estilo de "esta medida genera inseguridad jurídica, va a retraer las inversiones a Brasil". O las que insisten en su escasa utilidad, dadas las facilidades que tienen los mercados de capitales para eludir este tipo de imposición. Son las mismas que se oyen en España cada vez que se plantea alguna medida para reducir la injusticia que supone nuestro dual sistema fiscal. Con una imposición sobre el capital mucho menor que la que aportan las rentas del trabajo. Los mismos argumentos que justificaron la implantación de este paraíso fiscal doméstico que son las Sicav y que ahora ha escuchado Zapatero para dejar las cosas como estaban.
Las críticas tienen su parte de realidad. Porque la globalización permite que el capital se mueva tecnológica y jurídicamente eludiendo la fiscalidad, mientras el trabajo continúa fiscalmente atado a la tierra como los antiguos siervos de la gleba. La globalización ha provocado una crisis profunda de las instituciones estatales propias de la era industrialista, entre ellas el Derecho y su capacidad de regular. Especialmente en aquellas esferas del Derecho que, como el Laboral, intentan civilizar las relaciones económicas. O como el Tributario, que debe contribuir a garantizar la función social de la propiedad privada, tal como exige la Constitución española.
Ojalá Lula se salga con la suya y este impuesto funcione. Sería un punto de inflexión ante tanta resignación fiscal y una manera de demostrar que no podemos evitar la ley de la gravedad, pero sí intervenir en el modelo de globalización.
Joan Coscubiela. Profesor de la Facultad de Derecho de Esade