Las claves del proceso de rehabilitación empresarial
La crisis está arrastrando hoy a una gran parte de la empresas españolas a adoptar medidas traumáticas, soluciones quirúrgicas que les permitan seguir viviendo aunque, para ello, tengan que amputar una parte de su cuerpo. Los datos del primer semestre son reveladores: se han incrementado en un 486% los Expedientes de Regulación de Empleo autorizados y según el último dato conocido superamos ya los cuatro millones de parados. Detrás de cada una de esas estadísticas hay compañías grandes, medianas y pequeñas que se ven obligadas a despedir a una parte de su plantilla para poder continuar su camino.
En medicina está completamente asumido que después de una operación es imprescindible un periodo de convalecencia y, en la mayor parte de los casos, rehabilitación. Nadie espera que un enfermo, tras una operación de rodilla, salga corriendo como si nada. Necesita pasar muchas horas con el fisioterapeuta y hacer ejercicios de recuperación de la masa muscular antes de volver a ser él mismo.
En el mundo de la empresa podemos usar ese símil médico para actuar con racionalidad y eficacia. Por supuesto que lo más importante es plantear bien la operación, acotar los órganos afectados y hacerlo de la manera menos cruenta posible. Las fases preparatoria y de ejecución son, evidentemente, las más importantes. Pero, para el futuro de la compañía, la fase -llamémosla así- de rehabilitación es también vital. Los empleados que continúan en la empresa después de una reestructuración sufren diferentes impactos que afectan seriamente a su rendimiento laboral:
l Ansiedad, en la primera parte del proceso, en la que circulan los rumores y en la que no saben si van a verse afectados por las medidas traumáticas o no.
l Solidaridad con los afectados, muchos de ellos compañeros y amigos, cuyas vidas conoce y sabe el daño que van a sufrir y la situación en la que se quedan, a veces dramática.
l Incertidumbre sobre el futuro. Según un reciente estudio realizado por Estudio de Comunicación y CincoDías, el 60% de empleados no afectados por los ERE cree que va a haber nuevos ajustes en el futuro.
l Erosión del orgullo de pertenencia y, por tanto, pérdida de la motivación.
Todas estas, y seguro que algunas más, son las secuelas que deja un proceso quirúrgico laboral en una compañía. Ignorarlo, actuar como si el problema ya estuviera superado, no es la solución recomendable. Para competir, y mucho más para hacerlo en momentos de crisis donde las batallas son más encarnizadas, es necesario contar un con equipo implicado al cien por cien. La comunicación puede jugar un papel fundamental. Algunas de las claves que deben tener en cuenta los que afrontan estos procesos son:
l Proyecto. La compañía tiene que tener y comunicar un plan de ruta, con un rumbo y unos objetivos que todos han de conocer.
l Hiperliderazgo. Es en estos momentos donde los trabajadores necesitan ver al líder al frente de la manifestación. Más que nunca el número uno de la empresa debe implicarse, para reconocer el problema, explicar las soluciones y marcar el camino. No vale delegar esta responsabilidad en el departamento de Recursos Humanos. Ellos tienen un importante papel técnico, pero no son los que deben coger la bandera porque no resultará creíble.
l Transparencia interna. Si siempre es necesario que el empleado esté informado de lo que pasa, ahora es vital. Las preguntas sólo se resuelven con respuestas. El empleado necesita saber lo que ocurre y hacia dónde vamos. Si somos capaces de trasmitírselo lograremos, al menos, un voto de confianza.
l Apuesta y austeridad. El empleado tiene que percibir que la compañía recorta los gastos superfluos, pero apuesta por el futuro afrontando las inversiones necesarias.
l Focalizar el objetivo en el cliente. Hacer que toda la plantilla vea en la satisfacción de las expectativas del cliente la clave de la supervivencia y el éxito de la empresa y trasladar ese convencimiento a la fuerza de ventas y a los procesos de calidad en la producción y los servicios.
En definitiva, en momentos difíciles como el actual, debemos aplicar la medicina que más ayuda a acelerar un proceso de recuperación y que es: una buena inyección de moral y motivación al equipo humano, principal activo de cualquier empresa.
Benito Berceruelo. Consejero delegado de Estudio de Comunicación