La industria de defensa pasa de la última cena al gran banquete
La demanda de armas, munición y tecnología militar pone a prueba las líneas de producción mientras las compañías resisten las presiones para crear campeones nacionales
Año, 1993; escenario, el Pentágono (Arlington, Virginia). El secretario de Defensa de EE UU, Les Aspin, llama a compartir mesa y mantel a los grandes contratistas de defensa. Hace dos años que el muro ha caído y la URSS ha colapsado. El mensaje de Aspin a los comensales de la que se bautizó como “la última cena” fue que la industria de defensa tenía que consolidarse. “El próximo año espero ver aquí a la mitad de ustedes”, dijo Aspin. Tres décadas después, el momento es otro. Los fabricantes de armas, munición y tecnología militar se pellizcan para comprobar que no viven en un sueño. La guerra de Ucrania y la inestabilidad geopolítica han disparado la demanda de sus productos, han cambiado la percepción de la ciudadanía sobre la defensa y han impulsado la aparición de nuevos jugadores en el sector (startups). Se vende todo; se compra todo. De satélites de comunicaciones a vehículos blindados; de fragatas a misiles; de drones a bombas de mano. Y a tal velocidad que las cadenas de producción globales no dan a basto. Hay tanto dinero en movimiento en tan poco tiempo que la industria tiene dificultades para canalizar la demanda. Nadie renuncia a su asiento en el gran banquete.
Desde el punto de vista de las empresas, los presupuestos de defensa -en la UE y en España- son los mejores de la historia. Más presupuestos, más negocio. En España, en 2023, el presupuesto creció un 26,3% respecto al año anterior, hasta 12.827 millones. Mientras, en Europa, los gobiernos están animando a las compañías a consolidar y lograr mayor coordinación y escala en programas de investigación y desarrollo militar europeo. La estrategia europea aboga por seguir progresando de manera constante para que al menos el 50 % de su presupuesto de contratación pública en materia de defensa se adjudique dentro de la UE de aquí a 2030 y el 60 % de aquí a 2035.
“El presupuesto general del Estado en Defensa y el movimiento del sector siempre van muy acompasados”, explica Jordi Esteve, socio de PWC. “En 2023, el sector creció casi un 10%”. En moneda corriente, 13.900 millones de facturación, un 15% más que en 2022, según detalla el informe elaborado por la consultora para la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE). La ola va a más. La Estrategia Industrial del Ministerio de Defensa marca el objetivo de alcanzar los 21.000 millones en gasto en material y armamento para 2029 y cumplir así con el compromiso de la OTAN de gastar en defensa el 2% del PIB.
El entorno es favorable, pero los movimientos son relativamente contenidos. La consultora Accuracy sostiene en su análisis sobre el sector que “no se aprecia un incremento en la actividad de M&A (fusiones y adquisiciones) pese a un fuerte deseo e indicación política de consolidación”. Luis Fornells, del Grupo Oesía -300,5 millones de contratación en 2023 (+21%)-, lo explicó en el VI Foro de Defensa: “Preferimos invertir en tecnología y talento antes que en comprar acciones”. Hay al menos dos razones que pueden explicar el hecho: las altas valoraciones actuales de las empresas y la expectativa de beneficios aún más elevados. Ignacio Lliso, socio de Accuracy, explica que “consolidar posiciones en el sector es muy complicado porque muchas de las empresas son familiares; sociedades pequeñas y rentables cuyos dueños no quieren vender. Muchas no son atractivas para los fondos porque son monoclientes”.
Según el anuario de referencia (SPAIN Defence and Security Industry 2023) Una industria para un nuevo contexto, en España hay 543 empresas inscritas como potenciales suministradoras de material en la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) de Defensa. De ellas, 380 declararon ventas en 2020, el último ejercicio con datos completos. “Creo que el futuro va a ir por la coordinación a nivel europeo para lograr escala, lo que permitirá mayor especialización y menos competencia entre “compañeros”, concluye Lliso. Un dato: la valoración de las empresas de defensa -relación valor/beneficio bruto- ha pasado en poco más de dos años (marzo de 2022 a septiembre de 2024) de 13,2 veces a 16, “lo que refleja altas expectativas por el crecimiento del sector [informe Accuracy]”.
Todos los países con vocación de independencia estratégica en defensa intentan disponer de un campeón nacional. En Francia es Thales; en Reino Unido, Bae Systems; en Italia es Leonardo, y en España, Indra (28% pública a través de la SEPI). “Indra es un elemento clave en la estructura nacional de la defensa”, explica Pedro Fuster, director de Estrategia de Defensa de la compañía que preside Marc Murtra. “No es de ahora”, añade, “lo es desde que se constituyó hace 30 años. Revisamos la estrategia corporativa, comenzamos a trabajar en ella el año pasado y nuestra intención es profundizar en la posición de líder sistemista, es decir, de compañía capaz de ofrecer todo aquello que tiene un componente con un valor estratégico operativo de alto nivel y en continua evolución. Hablamos de los componentes más críticos para la operación de las fuerzas armadas”.
En la actividad de defensa especialmente, la discreción es norma. Incluso cuando el negocio va muy bien; o precisamente por ello. La patronal TEDAE no proporciona detalles más allá de los sectoriales que hace públicos cada año. Las empresas tampoco son muy partidarias. Pero el momento es tan bueno y las perspectivas de que se prolongue tan claras que es difícil poner sordina a la euforia que envuelve los resultados y las operaciones corporativas en marcha. Hay ejemplos.
Sapa Placencia, grupo vasco (familia Aperribay) especializado en tecnología de transmisiones y movilidad de vehículos militares facturaba en torno a 59 millones hasta 2020, cerró 2023 con una facturación de 115 millones y espera acabar 2024 con 300. Indra (SEPI, 28% y Escribano 14,3%) registró una facturación consolidada en 2023 de 4.300 millones y espera llegar a 6.000 millones (+40%) en 2026. Indra escanea todo su entorno para detectar posibilidades de desarrollo, como en el sector aeroespacial, donde Hispasat -satélites- y su participada Hisdesat -en la que Indra ya controla un 7%- brillan con luz propia. El plan estratégico de Indra prevé fortalecer sus capacidades espaciales a través de adquisiciones. “La vocación de la compañía”, precisa su director de Estrategia, “es avanzar en ciberdefensa y en el entorno del espacio”.
Hisdesat (43% Hispasat, 30% Isdefe-Defensa, 7% Indra) es un buen punto de observación del mercado. Es una compañía relativamente pequeña, con éxito en un segmento de mercado sensible -las comunicaciones militares seguras por satélite- y buenas expectativas. La compañía va a pasar en tres años de facturar 50 millones a facturar 150 millones. Miguel Ángel García Primo, consejero delegado de Hisdesat, cree que “el dibujo final en el sector de la defensa y en el sector aeroespacial en general todavía no aparece. Vamos a ver cambios sustanciales”. García Primo, Lliso (Accuracy) y Fuster (Indra) coinciden en un punto: la tendencia de los Estados a gastar más y a coordinar la actividad de las empresas, especialmente en el continente europeo, no es algo coyuntural; va más allá de conflictos concretos como Ucrania.
En el negocio de Defensa, quien puede hacer, hace. Indra ha tomado el control del consorcio Tess Defense, encargado de la fabricación del vehículo de combate sobre ruedas 8x8 Dragón, en el que participa con Santa Bárbara, Sapa y Escribano; ha adquirido junto al Grupo Oesía el 60% del capital de Epicom, empresa de cifrado filial de Duro Felguera y llegó a un acuerdo con Bain Capital Private Equity para entrar en el capital social de ITP Aero (9,5%), referente en el mercado de motores aeronáuticos e industriales. Además, tiene sobre la mesa partidas abiertas, como la posible compra de Hispasat.
El patio está animado. Los almacenes se vacían y los grandes jugadores han sacado la cartera para reponer existencias a toda costa. En 2022, la empresa española Maxam (75% del fondo Rhône Capital) vendió a la alemana Rheinmetall la división de municiones Expal por un importe aproximado de 1.200 millones con autorización del Gobierno. Es la lucha por el mercado por tierra, mar y aire. En el mar, la pública Navantia se bate el cobre con fortuna. Navantia -pérdidas de 121 millones en 2023- ha consolidado proyectos nacionales e internacionales en el área militar -submarinos S80, fragatas F110 para la Armada española, corbetas Avante 2200 para Arabia Saudí, etc.-. De los pedidos logrados en 2023 por Navantia, un 65% tiene como destino clientes internacionales. Un 75% de los nuevos encargos se enmarcan en el ámbito de la Defensa, donde la cartera acumulada del grupo es de 7.689 millones de euros, un 94% del total. Participa, además, en seis proyectos del Fondo Europeo de Defensa (EDF) valorados en 520 millones. La industria vive el inicio de un largo banquete y el viento es favorable. Euro le llamaron los antiguos griegos.