Adaptación al ciclo económico
Mucho se ha escrito estos meses sobre los cambios que nuestro sector podría sufrir como consecuencia de la crisis. No es la primera vez que se dice. De hecho, nuestro sector se ha venido reinventando desde su mismo nacimiento. En su inicio, la industria nació de las manos de capitalistas privados que financiaban e invertían en compañías y se ha transformado en la sofisticación extraordinaria de los últimos años, de la mano de firmas independientes que gestionan fondos de terceros. Por el medio, el sector ha sufrido cambios y ha tenido que adaptarse a los ciclos de la economía, de los mercados y de la liquidez en múltiples ocasiones. Por lo tanto, su necesidad de adaptarse al cambio no le es ajena.
En este sentido, la supervivencia del sector siempre se ha fundamentado en que, aun cambiando alguna de sus formas y enfoques, ha permanecido históricamente fiel a la esencia de su actividad, esto es, trabajar codo con codo con los empresarios y los gestores de las compañías que acabaron configurando el nuevo tejido industrial del país. En el momento actual no sabemos muy bien cuál será este tejido en los próximos años pero probablemente -como consecuencia de la profunda crisis que atravesamos-, será diferente del que conocemos actualmente. Ciertas industrias se reestructurarán -incluso algunas desaparecerán o se deslocalizarán-, otras quizá salgan fortalecidas de la crisis y, en este proceso, el capital-riesgo será un factor importante de cambio, de la misma forma que fue un elemento en la transformación que sufrió nuestra industria en los ochenta y posteriormente en los noventa. Y para ello, el sector deberá seguir sustentándose en principios muy básicos, como son la mejora de la gestión, la innovación, el cuestionamiento continuo de todos los procesos empresariales desde la generación de ingresos a la optimización de costes todos ellos aspectos críticos en la supervivencia de las empresas.
Estos valores pienso que permanecerán en el ADN del sector porque en ello les va a las firmas su propia supervivencia: siempre que se mejoren y se fortalezcan las compañías en cartera, a medio plazo, serán activos más valiosos y, por lo tanto, valdrán más, obteniendo así retornos para sus inversores.
Para afrontar este reto, creo que nuestro sector, en comparación con crisis anteriores, está mucho mejor preparado, cuenta con mucha más experiencia, dispone de muchos más recursos y ha conseguido atraer más talento. Ello no significa que el reto no sea enorme: por un lado, el sector posee muchas compañías en cartera a las que habrá que ayudar en todo lo posible y, por otro lado, el sector tendrá que invertir adecuadamente en un entorno donde la prima de riesgo del sector ha crecido exponencialmente. Como resultado de ello, la dispersión de los retornos de las operaciones es previsible que se amplíe, por lo que habrá que estar preparados también para asimilar fracasos y no sólo éxitos.
En término de recursos, el sector cuenta con más de ¦euro;5.000 millones en manos de operadores nacionales para invertir en España. Si a esto añadimos el capital disponible de operadores extranjeros que operan de forma permanente en España, podríamos estar hablando de otros ¦euro;5.000 millones.
También aquí hay una diferencia sustancial: en anteriores crisis no había la disponibilidad de fondos para invertir que existe en la actualidad. La canalización adecuada de estos fondos exigirá al sector acercarse más a los empresarios aportando, además de financiación, soluciones más imaginativas y también que éstos últimos perciban el valor añadido del socio financiero profesional que pueda ayudarles en un entorno de deterioro económico.
En resumen, no creo en una transformación radical del sector del capital riesgo sino más bien en su adaptación a las circunstancias de los tiempos. Aunque como resultado de todos estos procesos habrá también cambios estructurales en el propio sector y adaptaciones en sus modelos de negocio y formas de actuar, el tópico de que el capital riesgo está para quedarse, es verdad. Es un sector joven pero que ha madurado mucho en los últimos años. Creo que estamos en la buena senda y somos un apéndice fundamental para la modernización de nuestra industria y que debemos poner en valor la experiencia acumulada y a los recursos tan importantes que aportamos.
Jaime Hernández-Soto. Presidente de Ascri (Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo)