Europa y la recesión
Hay cada vez más consenso en que lo peor de la crisis financiera y económica ya ha pasado. Por vez primera desde junio de 2007, la OCDE y el FMI han revisado sus previsiones al alza, los mercados de valores están creciendo, la liquidez ha vuelto a los mercados y el mercado inmobiliario parece haber tocado fondo y se está empezando a recuperar en países como EE UU.
Pero tampoco podemos confiarnos ya que todavía nos queda un largo trecho para salir de la crisis. Los sistemas financieros siguen descapitalizados y sobreviven con ayuda de los Estados, y siguen anclados por el peso de una deuda que en muchos casos todavía está por determinar. El output gap es todavía muy importante: un 5,5% del PIB en EE UU y en la eurozona. Además hay consenso en que el desempleo seguirá alto durante el próximo año en EE UU y Europa, y los riesgos de inflación o deflación siguen presentes. Por último, los déficits fiscales que se proyectan para los próximos años van a ser masivos y se espera un estancamiento del consumo.
En Europa hay países que se están recuperando más rápido que otros. Por un lado están Francia y Alemania que, con un crecimiento del 0,3% entre abril y junio, están empezando a salir de la recesión. Por otro, Holanda, Austria, Reino Unido o España, que parecen seguir alejándose de la senda de la recuperación. Según los últimos datos, en nuestro país el PIB cayó un 1,1% en el segundo trimestre de 2009 con respecto al periodo anterior, con un descenso del 4,2% del PIB en tasa interanual, el peor dato registrado desde 1970, y el empleo se reduce un 7,1%.
Este contexto de divergencia es en parte el resultado de las respuestas nacionales a la crisis. Pese a que la Unión Europea sigue siendo más que la suma de sus partes, con un bloque formidable de 491 millones de personas y un mercado integrado que produce casi un tercio más que EE UU, es importante reconocer que la UE ha fracasado en su intento de dar una respuesta coordinada a la crisis. Durante los años de bonanza la UE se presentaba como un bloque cohesionado y unido pero la crisis ha hecho añicos esta fachada.
Desafortunadamente los países miembros se han centrado en buscar soluciones nacionales, y ha habido importantes desacuerdos en cómo proceder. La UE ha fallado el test ya que ha sido incapaz de idear un paquete de estímulo común ni de desarrollar un rescate conjunto del sector financiero.
Esta crisis ha sido un momento de la verdad para la UE y ha expuesto sus debilidades y fortalezas. El BCE ha respondido, pero la Comisión Europea ha fracasado ya que no ha jugado ningún papel. Los Gobiernos siguen con su obsesión con el Tratado de Lisboa, pero este tratado no resuelve la crisis ni aporta soluciones a los problemas de competitividad de los países europeos. Además la crisis no sólo ha intensificado las tensiones entre Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, y el Norte-Sur, sino que también ha puesto al descubierto las existentes entre los países del Este y del Oeste. El principio de solidaridad ha sido socavado y el sueño de una Europa sin fronteras se ha dañado. Los Gobiernos no han querido contemplar el mercado europeo en su totalidad a la hora de buscar soluciones.
Pese a todo, Europa sigue siendo relevante. El modelo europeo ha demostrado ser valioso en minimizar los efectos perniciosos de la crisis. De hecho, en el contexto de la desacreditación del modelo anglosajón, la crisis puede acentuar las bondades del modelo Europeo. Sin embargo no podemos ser complacientes. Europa está sufriendo más si cabe los efectos de la crisis: en muchos países europeos (empezando por el nuestro) hay más desempleo y mayores déficits, y quedan todavía muchos activos tóxicos por descubrir. No debemos de olvidar la importancia de las reformas para hacer nuestras economías más competitivas.
El gran problema es que Europa lleva distraída ya dos décadas. Persisten las tensiones entre los intereses nacionales y los europeos, y hay una falta dramática de liderazgo. Además, necesitamos definir qué es la UE ya que el proyecto constitucional lo intentó pero fracasó. ¿Surgirán líderes europeos de esta crisis?
Esta crisis ha sido un momento de la verdad para Europa y ha expuesto sus debilidades y fortalezas"
Sebastián Royo. Catedrático y decano en la Universidad de Suffolk en Boston