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Tribuna
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Reformas, impuestos y modelo productivo

El déficit público superará este ejercicio el 10% del PIB y supone ya un pesado lastre que amenaza con retrasar en el tiempo la recuperación. Las medidas discrecionales tomadas en los últimos meses y, sobre todo, el efecto de los estabilizadores automáticos han llevado a las cuentas públicas al peor escenario de la historia reciente, tras los esfuerzos de consolidación fiscal de los últimos lustros. Sin duda, la grave crisis financiera exigió en la primera mitad del año un potente activismo fiscal, sin embargo, toca el momento de revisar estas políticas.

Por una parte, resulta patente que el gasto público no podrá conducir la economía española por la senda del crecimiento de un modo sostenible. Según las estimaciones de la Comisión Europea, las políticas discrecionales impulsadas por el Ejecutivo español vendrían a sumar un 2,3% del PIB, de modo que el grueso del déficit se explica por el funcionamiento de los estabilizadores automáticos y éstos tienen poco que ver con el incremento del output potencial. Por otra parte, prolongar en el tiempo estos niveles de gasto público tendrá un negativo efecto crowing-out sobre la inversión privada que anulará cualquier contribución positiva del esfuerzo público. Por último, si no se contiene el gasto la subida impositiva necesaria para reconducir las tasas de déficit hacia niveles sostenibles sería tal que ahogaría cualquier atisbo de recuperación. Así pues, en estos momentos parece razonable replantearse la política fiscal teniendo en mente un nuevo modelo de crecimiento a largo plazo.

Bajo estas coordenadas se hace urgente centrar los focos de la agenda política en el impulso a nuevas reformas estructurales. De este modo, deberemos seguir la transposición de la Directiva de Servicios así como su desarrollo en las comunidades autónomas, con el objetivo de potenciar el espíritu de la norma. Además, esperamos conocer el contenido de la futura Ley de Economía Sostenible que deseamos introduzca una buena dosis de medidas reformistas en nuestro país. Con todo, continuaría en la agenda la discutida reforma del mercado laboral. En este sentido, entre otros argumentos más publicitados, las autoridades deberían tener también presente el efecto directo sobre los estabilizadores automáticos del brutal ajuste vía desempleo de nuestra economía, fruto del actual marco normativo. Asimismo, junto al desarrollo de estas y otras potenciales reformas resulta necesario revertir el déficit acumulado en los últimos meses y para ello no podremos confiar sólo en la mejora del crecimiento potencial. Además, habrá que abordar un programa de reducción del gasto público, que debería valorar la contención de las medidas discrecionales así como la congelación salarial de los empleados públicos, entre otras medidas. Y por último, la subida de los impuestos parece inevitable. Ahora bien, sería recomendable revisar nuestras figuras impositivas a la luz del nuevo modelo de crecimiento basado en la productividad.

Con este escenario podemos evaluar nuestro modelo fiscal y a priori resulta complicado combinar el impulso hacia una economía más productiva con un incremento notable del impuesto sobre la renta. Nuestro país se destaca por las reducidas mejoras salariales ligadas al nivel educativo de modo que un incremento de los tipos marginales supondría una reducción adicional de los rendimientos de la educación, lo que tendría un efecto muy negativo sobre la mejora del modelo de crecimiento a medio plazo. Aun así, se podría revisar el IRPF para continuar limpiando el impuesto de las deducciones y reducciones que aún enmarañan su diseño. Así, consideramos oportuno mantener las deducciones por compra de primera vivienda, el cheque-bebé y la reducción de los 400 euros exclusivamente para las rentas bajas. Además, también podría elevarse de manera temporal y moderada la tributación de las rentas de capital siempre y cuando se mantenga el tratamiento homogéneo entre los distintos productos de ahorro. Con todo, la mejor opción pasaría por elevar la imposición indirecta convergiendo así con las tasas promedio de la UE, dado que el diferencial de recaudación España versus UE se explica fundamentalmente por este concepto (y no por los impuestos sobre la renta). Esta opción minimizaría las distorsiones de los impuestos y además permitiría capturar a las rentas más altas. Por último, se podría avanzar en el desarrollo de algún tipo de fiscalidad verde.

Probablemente estas revisiones impositivas podrían ser suficientes para contener el déficit público bajo una estrategia de reformas estructurales y reducción del gasto. En todo caso, esta potencial hoja de ruta podría tener una complicada gestión gubernamental a la vista de la coalición parlamentaria sobre la que se viene apoyando el Ejecutivo. Aun así, nuestro trabajo pasa por contribuir al espacio público con ideas económicas y al Gobierno corresponde dirigir los pasos de la nación. La economía es sólo una ciencia, la política, arte.

Jonás Fernández. Director del Servicio de Estudios Solchaga Recio & Asociados

Cristina Postigo. Analista de Solchaga Recio & Asociados

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