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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Se acumulan las señales de reactivación

El diagnóstico es unánime: hay suficientes indicios en todo el mundo como para poder afirmar que lo peor de la recesión ya ha pasado, aunque todavía es pronto para retirar las medidas expansivas -monetarias o fiscales- adoptadas para combatir la recesión. En definitiva, cauto optimismo.

Varios organismos internacionales han acompasado estos días sus mensajes para extender este rayo de esperanza. La OCDE se puso ayer a la cabeza actualizando sus previsiones para las grandes economías del mundo (mejoran todas respecto a su anterior previsión de marzo, a excepción del Reino Unido) y vaticinó que la recuperación será más temprana de lo previsto y ligeramente más fuerte. El Banco Central Europeo (BCE) también sumó ayer su voz a este coro y mejoró igualmente sus previsiones para las economías europeas tanto de este año como del próximo. Ambas instituciones refuerzan así las tesis esgrimidas esta misma semana por los ministros de Economía y Finanzas de la UE que también han mostrado una percepción positiva.

Pero este optimismo está trufado de una precaución comprensible, y los tres organismos insisten en que la recuperación será modesta y lenta, por lo que es pronto para retirar las medidas expansivas. Lo que no es óbice -como resaltó ayer la vicepresidenta de asuntos económicos, Elena Salgado- para que se vaya preparando la hoja de ruta para devolver las economías a la normalidad. Pero una cosa es tenerlas listas y otra muy distinta empezar a aplicarlas, algo que deberá suceder sólo cuando el crecimiento esté consolidado y sea capaz de generar empleo. Por eso, hay que actuar con cautela, pues precipitarse en retirar los apoyos podría generar una recaída indeseable. Y aunque es cierto que los déficit fiscales han alcanzado límites preocupantes -el español podría terminar el año cercano al 10% del PIB-, mucho más peligroso sería sufrir un retroceso en la recuperación económica.

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, también fue claro en este punto y descarta retirar a corto plazo las medidas monetarias. Así, anunció que continuará inyectando fondos al sistema financiero a un interés del 1%. Al menos mientras no se normalicen los sistemas crediticios y las entidades financieras recurran por fin al mercado interbancario para financiarse en lugar de acudir al BCE.

El sistema financiero continúa siendo todavía un eslabón débil en la recuperación. Por eso, se hace más urgente avanzar en este proceso, aunque se reconozca que las condiciones de acceso al crédito son cada vez más fluidas. No obstante, no debe haber dudas a la hora de seguir adoptando aquellas medidas, tanto monetarias por parte del BCE como de avales por parte de los Gobiernos, para garantizar la financiación. Aunque eso sí, evitando los perniciosos excesos del pasado.

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