Una banca para el liderazgo mundial
Hoy es imposible analizar el sector financiero mundial sin contar con las entidades españolas. Es algo tan natural como impensable era hace tan sólo quince años, cuando las dos mayores entidades españolas, Santander y BBVA, apostaron por su internacionalización metiendo un pie en lo que se consideraba entonces su mercado natural: América Latina. Allí se encontraron frente a frente con la gran banca norteamericana, implantada en diversos países de la zona.
En esa competencia la banca española demostró que podía rivalizar sin complejos. Fue un primer paso que abrió las puertas a otros mercados y a otros continentes. No obstante, la última frontera se ha situado en EE UU. La operación de BBVA sobre el banco tejano Guaranty Bank es una muestra patente del interés creciente de la banca española por las enormes posibilidades que ofrece la primera economía del mundo. El banco que preside Francisco González suma, con esta entidad, una red de 800 oficinas en la franja sur del inmenso país. Y todo apunta a que el proceso no ha terminado. Pero no sólo para BBVA y Santander, propietario en EE UU de Sovereign, sino también para otros muchos actores.
Porque el atractivo por la primera economía mundial no se limita a los dos grandes. Otras entidades españolas ya han hecho su aparición inicial. Sabadell cuenta con dos bancos, Caja Madrid compite a través del City National Bank desde el año pasado, y el Popular, con el Total Bank.
La larga e intensa andadura hacia la internacionalización ha dado sus frutos aupando a los bancos españoles a puestos destacados en los rankings, tanto por tamaño como por rentabilidad. Se explica así que en la fuerte corrección generada con la crisis subprime y la debacle tras la quiebra de Lehman Brothers, la banca española haya pesado mucho en los procesos de salvamento de entidades. Hasta el punto de acudir en más de una ocasión al rescate, incluso tras la insinuación de los Gobiernos afectados. Es el caso de Santander, con Bradford & Bingley y Alliance & Leicester. El trabajo de Santander en Abbey sirvió como suficiente aval. Igualmente, el prestigio y la solvencia de BBVA le ha hecho ganar la subasta por el Guaranty.
Mucho se ha dicho estos meses respecto a la parte positiva que puede tener toda crisis. Numerosos expertos insisten en que se abre un campo de oportunidades para los que sepan aprovecharlas. En el caso de los bancos españoles, es una evidencia. Sacan partido a la crisis porque están aprovechando oportunidades a buen precio. Y, gracias a adquisiciones de entidades con problemas, son hoy más grandes. Ahora bien, se trata igualmente de que sean más fuertes.
La fortaleza del sistema financiero español se ha labrado gracias al buen hacer de los gestores, pero también ha influido de forma determinante la labor del Banco de España. El organismo ha tutelado el buen hacer el sector en general y ha dado soluciones satisfactorias a las distintas crisis financieras que se han sucedido y han configurado el actual panorama bancario español. La apuesta por una banca de balances sólidos y gestión prudente es una filosofía que se debe preservar en este proceso de crecimiento internacional. No en vano es la que ha permitido crear entidades que ahora pueden competir, y sin ningún tipo de complejo, en la primera división mundial.
Pero el proceso es largo. La reestructuración de las cajas de ahorros es todavía una asignatura pendiente del sistema financiero español. La actual crisis ha abierto el debate sobre su composición y eficiencia. Cada vez resulta más obvio que muchas de ellas pueden seguir la estela exitosa de los bancos y salir a competir al exterior, lo que pasa necesariamente por ganar músculo y eficiencia. El caso de las primeras, La Caixa y Caja Madrid, no tiene por qué ser un hecho aislado.
Pero para alcanzar un volumen mínimo y tutearse con otros competidores en mercados globales, primero han de fortalecerse en el ámbito nacional. En este sentido, es anacrónico poner cortapisas para que las nuevas entidades que resulten del actual proceso de reordenación tengan unos mercados constreñidos geográficamente, que les dificulten crecer corporativa y orgánicamente.