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Tribuna
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El beneficio ambiental de los invernaderos

Ocupan 44.400 hectáreas, una superficie que permitiría unir Madrid y Moscú en línea recta con invernaderos. Muchos ecologistas han criticado el impacto visual que supone el mal denominado "mar de plástico", sin embargo, esos mismos ecologistas son los que ahora alaban ese mar de plástico como un importante elemento que se une a la lucha contra el cambio climático.

Hace unas semanas, la UE instó a los 27 países miembros a tomar medidas que urjan a mitigar el fenómeno del cambio climático mediante la reducción de las emisiones de CO2 en la agricultura, entre otros sectores. Y es que, precisamente, la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer, ha recordado que el sector primario ha sido llamado a desempeñar un papel fundamental en este asunto.

Desde hace décadas, Andalucía, con una extensión de agricultura bajo abrigo de las mayores del mundo, se ha implicado activamente en la lucha contra el cambio climático a través de uno de los principales motores de su economía: la agricultura de invernadero. Así se pone de relieve en un estudio realizado por el profesor Pablo Campra, publicado en la revista Journal of Geophysical Research en septiembre de 2008, en el que se explica que mientras la temperatura media anual en todo el mundo ha subido en los últimos años, la temperatura media en la zona hortícola ha bajado.

La explicación a todo esto se encuentra en lo que se conoce como el efecto albedo, es decir, la capacidad que tiene una determinada superficie de reflejar parte de la radiación solar. En este sentido, los invernaderos, con sus techos de plástico blanco, se parecen a las superficies de hielo y nieve en las capas polares y el aumento de la superficie de invernaderos en los años 80 y 90 explica la bajada de las temperaturas observadas en esta zona del planeta. Quizás la peregrina idea lanzada por un grupo de científicos de pintar los tejados de las casas y edificios de blanco para que éstos se reflejen, empiece a cobrar ahora más sentido. En Andalucía ya tenemos mucho andado y ya va siendo hora de que otros recojan el testigo.

Pero no sólo el efecto albedo da fe de que los invernaderos se han convertido en una potente arma contra el cambio climático, también ha quedado demostrado que los cultivos eliminan una cantidad importante de CO2 al ambiente porque las plantas absorben este gas para su crecimiento. De hecho, el estudio del que les hablaba anteriormente constata que las plantas de los cultivos de invernadero absorben unas 10 toneladas de CO2 por hectárea y año.

A esto se une que en Andalucía la práctica totalidad de las explotaciones de invernadero tiene la luz solar como única fuente de energía, haciéndose innecesarios calefacción o iluminación artificiales. Andalucía es la reserva invernal europea de luz solar. El sol, fuente inagotable, es el motor principal de la producción agrícola andaluza. Luz y temperatura, dos de los elementos climáticos básicos para el desarrollo óptimo de una buena fruta y hortaliza, se reciben en cantidad adecuada directamente del sol sin necesidad de recurrir a calefacción o iluminación artificial.

El uso de energía solar hace que el sur de España, donde los invernaderos son el principal exponente de la agricultura, se haya convertido en uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta. El cambio climático es una realidad y la implantación de nuevos invernaderos en otras zonas es una excelente manera de, si no combatirlo, sí ralentizarlo.

María José Pardo. Gerente de Hortyfruta

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