Supervisión y reglamentación financiera paneuropeas
El 25 de febrero el Grupo Larosière, un panel de expertos en mercados financieros instituido por la Comisión Europea, publicó su informe final. En él se analizan las causas de la actual crisis financiera y se llega a una serie de conclusiones sobre cómo deberían adaptarse la reglamentación y la supervisión de los mercados financieros para minimizar las crisis de este tipo en el futuro. Una recomendación crucial y bastante novedosa reside en que insta a adoptar urgentemente una reglamentación y una supervisión "macro-prudencial": en vez de inspeccionar la solvencia de cada institución financiera aisladamente, las autoridades reguladoras estarán facultadas para supervisar los riesgos sistémicos. El Grupo ha propuesto la creación de un Consejo Europeo de Riesgo Sistémico (ESRC) bajo la égida del Banco Central Europeo. Sin embargo, desafortunadamente no todas las recomendaciones del Grupo obedecen a la misma lógica. A continuación, les mostraré dos ejemplos e intentaré comprender el problema de fondo.
De igual manera que la reciente crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de analizar conjuntamente los cambios en los mercados financieros y los cambios macroeconómicos, también nos ha desvelado el riesgo que supone reglamentar y supervisar aisladamente distintas partes del sector financiero: en EE UU la separación y la consiguiente reglamentación diferenciada de los bancos comerciales y de los bancos de inversión ha resultado ser peligrosa, al igual que lo han sido las excepciones regulativas concedidas a los fondos de inversión libre - y es que la existencia de una reglamentación diferenciada hace que se busquen pretextos (por aquello de que "hecha la ley hecha la trampa") y por tanto, que aumente el riesgo de que la reglamentación resulte ineficaz.
Estos cambios hacen necesario que haya un único ente regulador que controle todos los mercados financieros, un ente que pueda responder rápidamente a los cambios en la estructura de los mercados financieros y coordinarse ágilmente con el banco central. Dicho esto, parece absurdo que el Grupo proponga establecer por separado una Autoridad de Seguros Europea en Fráncfort, una Autoridad Bancaria Europea en Londres y una Autoridad Bursátil Europea en París. Aparentemente, para conseguir que sus propuestas resultaran aceptables a todos los Estados miembros de la UE, el Grupo se vio obligado a hacer una serie de concesiones a los políticos que jugaban al juego de "nosotros también queremos una institución". Pero esto entorpece la creación de la mejor institución posible.
Parece que estos mismos problemas surgen en el capítulo del reparto internacional de cargas en el caso de quiebra de grandes bancos, al que el Grupo ha dedicado poca atención. Los recientes problemas que han tenido algunos bancos en países "pequeños" (en relación a los balances de sus bancos) como Bélgica o Austria, han dejado claro que, si no queremos sacrificar la mayor eficiencia que supone tener grandes bancos situados también en países pequeños, el último recurso para salvar la situación en caso de crisis pasará por obligar a los Gobiernos de los países vecinos a aportar recursos. Sin embargo, para evitar el peligro moral -que los Gobiernos de los países pequeños reglamenten más a la ligera, a sabiendas de que serán los grandes los que se hagan cargo de una potencial quiebra- los bancos situados en países pequeños deberán reglamentarse con las mismas normas que los de los países grandes. Pese a que la crisis ha demostrado que éste es un tema muy importante, el Grupo -consciente de cuán espinoso resulta este tema político- casi no lo ha debatido.
En resumidas cuentas: no se puede inculpar al Grupo Larosière por haber cedido a estas triquiñuelas políticas. Sin embargo, estos hechos dan prueba de que hoy en día incluso un panel supuestamente independiente de expertos se ve indeseablemente maniatado por los intereses políticos nacionales. Habida cuenta de todo lo que nos jugamos en las crisis financieras, los ciudadanos deberían mostrar a los políticos que entienden de esto y que quieren que sus Gobiernos actúen en consecuencia.
Christoph Carl Basten. Investigador del European University Institute en Flrencia