Ferrovial y Cintra fijan las condiciones de la boda
El camino para la integración entre las cotizadas Ferrovial y Cintra está despejado y los últimos pasos hasta su culminación serán ratificados, según el escenario anunciado por ambas empresas, en las juntas que se celebrarán en octubre.
Tras fijar la ecuación de canje, una acción de Ferrovial por cada cuatro de Cintra, el grupo de construcción y la filial que controla en un 67% volverán a unirse, una vez realizada la exclusión bursátil de la firma de autopistas, en busca de un gigante con mayor fortaleza desde el punto de vista del balance. El mejor acceso al mercado de capitales será la primera consecuencia. "Uno más uno resultará más de dos y eso gusta a los bancos", suelen argumentar en las altas esferas del grupo.
La segunda derivada de esta operación no es menos importante y consiste en una clara optimización de costes consiguiendo, además, mayor agilidad. La familia Del Pino, propietaria de ambas firmas, se ahorrará un consejo de administración, con sus reuniones, juntas, etcétera; evita el gasto de tener dos cotizadas, y conseguirá sinergias entre firmas enfocadas hacia el mundo de las infraestructuras. Y será uno de los agentes más relevantes del sector y con activos tan significativos como la autopista 407 ETR y el aeropuerto de Heathrow.
Hace sólo dos años la Bolsa era el escenario natural en que se medían las operadoras de autopistas. Hoy el mercado asocia estas firmas con problemas de financiación y cercanía, cuando no exposición, al sector de la construcción. Es decir, a Ferrovial no le apena dejar de pisar el parqué con la acción de Cintra, que se ha dejado un 30,2% de valor desde que debutara en el parqué.
Otra cosa es el mal sabor de boca que se intuye entre los pequeños inversores -fondos con el 4% del capital de Cintra lo han manifestado abiertamente- al tejerse la operación en un escenario claramente bajista. Y es que el canje, pese a la mejora al final decidida, que valora la acción de Cintra en el entorno a los seis euros queda todavía lejos de los 8,24 euros que el gigante de las carreteras marcó en su OPV en octubre de 2004. De hecho, los títulos de Cintra se dispararon el viernes un 13,08% hasta 5,75 euros. Se espera que el proceso de fusión concluya a finales de noviembre o comienzos de diciembre, para cuando está previsto que empiece a cotizar el nuevo grupo, después de que en octubre la operación se apruebe en las juntas de las dos empresas.
La nueva compañía tendrá como vicepresidente a Joaquín Ayuso, actual consejero delegado, quien en dicha junta dará el relevo en este cargo a Íñigo Meirás, actual director general. Un joven (46 años) pero con probada experiencia en tres áreas críticas: servicios, autopistas y aeropuertos.
Quien le conoce dice que es amante de la bici y que no le asustan las cuestas. Trasladado al despacho, su interminable puerto particular está en Reino Unido. Meirás es miembro del consejo de la gestora británica de aeropuertos BAA, controlada por la firma española, y su tarea es buscar meses extra para vender más allá de la crisis dos de sus tres aeropuertos marcados por la Comisión de Competencia: Stansted y Glasgow. Posteriormente la estrategia, reconocida por el grupo en distintas ocasiones, se debe basar en potenciar Heathrow y diversificar en el negocio. A día de hoy BAA cuenta con ocho plazas y siete de ellas están ubicadas en el complejo mercado (desde el punto de vista regulatorio) de Reino Unido.
Como paso previo a la integración, Cintra llevará a cabo un proceso de filialización de los activos de concesiones en los que participa, de forma que los transmitirá a una sociedad íntegramente controlada por la concesionaria que se denominará Cintra Infraestructuras.
De su lado, Ferrovial absorberá a Ferrovial Infraestructuras, división a través de la que actualmente ostenta las concesiones que no son de autopistas y, por tanto, no estaban en Cintra.
Con el proceso de fusión, Ferrovial integrará la filial que creó en 1998 y que en la actualidad cotiza en el Ibex 35 y gestiona un paquete de 23 autopistas repartidas en España, Portugal, Irlanda, Grecia, Chile, Canadá y Estados Unidos, que suman más de 2.800 kilómetros, y en las que tiene comprometida una inversión de unos 16.000 millones de euros.
Al margen de la fusión que marca la agenda de Ferrovial y de Cintra, sus ejecutivos seguirán trabajando para colocar las autopistas de Chile; están revisando la estrategia de marca para hacer retoques, especialmente en el mercado exterior, y arañan hasta la última libra en la colocación de Gatwick.
De este último aeropuerto, que en foros financieros aseguran que se venderá en 1.500 millones de libras (1.752 millones de euros), depende buena parte de la tranquilidad a corto plazo del grupo. Su traspaso en plena crisis aliviaría la carga de deuda y empezará a tranquilizar a quienes atacan a Ferrovial por controlar el negocio aéreo británico.
Podría pensarse que BAA no tiene excesiva prisa por desprenderse del mayor aeropuerto del mundo -por volumen de pasajeros- con una sola pista. Su apelación contra el mandato de venta cursado por Competencia hace que se aparque el calendario de desinversión fijado por el regulador. Pero la empresa tiene ofertas sobre la mesa y si ahora se niega a vender, por no ceder en sus pretensiones económicas, puede que no encuentre otras en el corto plazo.