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A fondo

Una historia china en el jardín de la Casa Blanca

El hoy denostado Richard Nixon fue el primer presidente de EE UU que estableció un diálogo diplomático con la entonces humillada China comunista; un país inmenso, pero hundido en la pobreza. Nixon visitó Pekín en febrero de 1972 para reunirse con el líder máximo revolucionario, Mao Zedong. Para estos encuentros, Mao hizo que pusieran a sus pies una escupidera, siguiendo una popular costumbre china de escupir en el suelo de forma casi constante. Tres décadas después y, sobre todo tras los Juegos Olímpicos del verano pasado, las aceras de Pekín ya no están pavimentadas con la saliva de sus ilustres habitantes. La capital china es, de hecho, una ciudad bastante limpia y en la que la infraestructura más avanzada arrincona con rapidez los escombros de lo que antaño fue Tercer Mundo puro y duro. De las misma manera, la relaciones entre China y EE UU han dado un giro copernicano. El secretario del Tesoro americano, Tim Geithner se encargó de recalcar este lunes que 250 vuelos semanales conectan hoy los dos grandes bloques económicos de la Tierra. Las autoridades de Washington y Pekín se reunieron el lunes y el martes en la capital estadounidense para trazar las reglas de juego de un nuevo diálogo económico.

Y una de las cuestiones más controvertidas para abordar es la del tipo de cambio del yuan o renminbi. La moneda china permaneció durante años atada a un tipo de cambio fijo contra el dólar que era artificialmente bajo y suscitaba las quejas continuas y amenazas veladas de EE UU.

China liberalizó su moneda por sorpresa una mañana de verano de 2005. De estar sujeto al dólar, el yuan pasó a cotizar frente a una cesta de divisas cuya composición fue secreta durante bastantes semanas. El tipo de cambio sigue estando muy controlado y la apreciación en cuatro años ha sido de un 17,5%; de 8,3 a 6,8 yuanes por dólar. No está mal, pero es a todas luces insuficiente.

En este juego estratégico, el euro ha ganado terreno frente al dólar y se ha apreciado un 14% desde febrero para cotizar ahora a 1,42 dólares por unidad. En el mercado se apuesta, sin embargo, por el que la moneda europea se debilite para aproximarse a un cambio de 1,35 dólares por unidad.

Mientras tanto, Pekín es recibido con alfombra roja cada vez que pisa el jardín de la Casa Blanca. No es para menos, China es el gran banquero de EE UU y conviene no molestarlo demasiado. "Es importante que China y EE UU permanezcan en buenos términos, se comuniquen regularmente y no se haga nada que pueda causar una guerra comercial", valoran en la entidad americana BNY Mellon.

De acuerdo con el Tesoro de EE UU, China posee activos de deuda pública americana por un valor superior a los 800.000 millones de dólares (563.380 millones de euros, equivalente a casi un 60% del PIB de España). La cifra equivale a un 24,3% del volumen de deuda soberana americana en manos de extranjeros. China es también el mayor país en activos respaldados por hipotecas, un producto que era un negocio redondo hasta hace nada, pero que ahora pesa como una losa en las reservas en divisas del gigante asiático.

Goldman Sachs ya ha situado a China como el ganador del nuevo reequilibrio mundial y el principal catalizador del comercio mundial tanto en 2009 como en 2010. La gestora Schroders destaca como la propensión oriental a ahorrar, los trabajadores chinos ahorran de media un 40% de su renta disponible, permite que los programas públicos de estímulo económico tengan un efecto mucho mayor en este país que en las atribuladas economías occidentales.

El presidente de EE UU, Barack Obama, resumió la nueva situación en un discurso que pronunció el lunes en la Casa Blanca: "La relación entre EE UU y China dará forma al siglo XXI (...). Esa realidad debe apuntalar nuestra sociedad". Quedan avisados.

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