Ingeniería aeroespacial para el café del desayuno
Desde el café soluble, a los vasos de pirex o la vitrocerámica. La tecnología espacial aterriza cada día en la vida cotidiana.
Hace más de 50 años que nació la agencia espacial estadounidense, NASA. Fue en 1958, cuando el entonces presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower, apremiado por el lanzamiento del primer satélite ruso, dio el pistoletazo de salida a la carrera espacial. Este hecho cambiaría la historia de la tierra, y al tiempo la propia existencia de sus habitantes. Porque, aunque a veces no se repare en ello, el hombre de a pie se beneficia de los inventos de la NASA.
"La utilización de satélites meteorológicos para la predicción del tiempo, los satélites de comunicación y los GPS son los tres desarrollos de la instrumentación espacial que han tenido un impacto más directo en la sociedad," asegura Miguel Mas, experto del laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental.
"En los aeropuertos, cuando pasas por el arco de seguridad o tu maleta se introduce en el escáner también se ponen en funcionamiento tecnologías pensadas para el espacio". La relación es tan directa, asegura Mas, que muchas de las compañías que fabrican detectores de infrarrojos y rayos X son empresas dedicadas a la instrumentación espacial.
Pero no hace falta pensar en aparatos sofisticados, incluso un vaso, unas gafas o unas zapatillas puede derivar de la exploración del cosmos. Es posible que usted use vasos hechos de pirex o duralex, materiales, que al igual que la vitrocerámica, "nacieron como consecuencia de un desarrollo tecnológico en la fabricación de espejos para los telescopios modernos, consiguiendo que su coeficiente de dilatación sea prácticamente cero", explicar Francisco Sánchez, director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), desde la página web del organismo.
Según fuentes de la NASA, gracias a las investigaciones de la agencia el calzado deportivo actual reduce la fatiga, pesa menos, proporciona más estabilidad y absorbe los golpes. Por otro lado, si le gusta el café soluble, sepa que es el resultado de una tecnología pensada para mejorar la alimentación de los astronautas. La liofilización -muy utilizada también en alimentos como sopas- permite que el alimento retenga el 98% de su valor nutricional y sólo el 20% su peso inicial.
De la misma manera, si usa gafas debería saber que están bañadas por una película antirrayado, una especie de barniz que se usó para proteger y endurecer las superficies plásticas en el espacio. Los amantes del bricolaje también son deudores de las investigaciones espaciales. Las herramientas eléctricas sin cables fueron desarrolladas para ayudar a los astronautas a perforar la Luna en busca de muestras. Hoy, los taladros o teléfonos inalámbricos son algunas de sus aplicaciones.
Incluso la NASA nos ayuda a dormir bien. La espuma viscolástica, muy utilizada en colchones y almohadas, fue desarrollada para recubrir los asientos de las aeronaves y mejorar así su seguridad y comodidad. Y antes de irse a la cama, es posible lavarse los dientes con pasta dentífrica comestible, ideal para los niños e imprescindible en condiciones de gravedad cero.
La aplicación comercial es inmediata
Nadie sabe qué inventos nos deparará la continua conquista del espacio. Ya ha habido gente que ha tenido una nueva oportunidad para vivir, gracias al desarrollo de los marcapasos cuyo funcionamiento imita las bombas de combustible del transbordador espacial. Todo es posible, pero lo que parece claro es que los desarrollos tecnológicos llegan pronto a la calle. Según Miguel Mas, experto del laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental, en España existe una colaboración estrecha entre los centros de investigación aeroespacial y la industria. "Quitando los desarrollos que puedan tener un interés militar, el resto tiene una aplicación comercial inmediata", asegura. El experto subraya que se trata de "una de las cosas que mejor funcionan en nuestro país".De cara al futuro , Miguel Mas pronostica que los avances en los detectores de rayos gamma podrían permitir detectar posibles fugas de las centrales nucleares. Por otro lado, el científico hace referencia al proyecto Melissa de la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo objetivo es crear un ecosistema cerrado que recicle la orina, los residuos orgánicos y el CO2 producto de la respiración y proporcione agua, alimentos y oxígeno. Se trata de la única instalación europea diseñada para demostrar la viabilidad de los sistemas cerrados de soporte a la vida, que inician el camino hacia la autonomía de los seres humanos en las misiones espaciales de larga duración. Los avances en ese proyecto podrían aplicarse en la Tierra para sistemas autoalimentados.