¿Centros de enseñanza o de búsqueda de contactos?
Khurana, profesor de la escuela de negocios de Harvard, denuncia la actual falta de ética.
El problema de muchas empresas en los últimos tiempos ha sido que a sus directivos les ha faltado profesionalidad". La opinión de Rakesh Khurana es, cuanto menos, provocadora. El profesor de la escuela de negocios de Harvard, considerado uno de los 10 principales gurús del mundo en management, según la revista Fortune, cree también que las escuelas de negocios norteamericanas "más que una escuela son un negocio", considera que tienen parte de culpa en la crisis por "fomentar visiones cortoplacistas", y que los alumnos de un MBA "ya no van a las escuelas a aprender, sino a establecer y a ampliar sus contactos". Sus críticas al modelo estadounidense son extensibles a las escuelas de todo el mundo, porque para Khurana su modelo ha sido imitado en el resto de países. El profesor señala el año 1997 como inicio del periodo en el que los centro de enseñanza empresarial se han convertido en un negocio en sí mismos. "Los estudiantes son clientes, y las escuelas se han convertido en vendedores de cursos, grados y una vida de mayor nivel económico". Según Khurana, las escuelas tienen parte de culpa en la crisis actual, ya que fomentaron las "visiones cortoplacistas" y enseñaron a sus alumnos que su principal objetivo "era que las acciones de su empresa subieran de precio". "En lugar de ampliar los horizontes de los estudiantes las escuelas los reducen", afirma.
Khurana, autor de la conferencia inaugural del XXV Congreso Egos, el mayor sobre temática de gestión de Europa y organizado por Esade esta semana en Barcelona, no es el único crítico con las escuelas de negocio, pero sí probablemente el más prestigioso. El autor del libro From higher aims to hired hands citó durante su conferencia a un colega que había observado que la gran mayoría de los profesionales que llevaban 20 años trabajando no habían cursado ningún MBA ni se planteaban hacerlo, "porque ir a una escuela de negocios es una manera de abrir la puerta para trabajar en un determinado tipo de compañía, pero sí ya estás en alguna de ellas no hay razón para hacerlo".
¿Necesitamos volver a los ideales de hace 100 años? ¿Hay que plantearse una revisión de valores o se puede seguir en la situación actual? Khurana, partidario de replantearse los contenidos formativos, apuesta porque los alumnos, tras cursar un MBA, realicen un juramento hipocrático de la misma manera que lo hacen los médicos y los abogados. "Al igual que estas dos profesiones, los estudiantes de un MBA acaban teniendo un papel muy relevante en la sociedad, y por ello deberían guiarse por unos estándares profesionales".
De hecho, a iniciativa de los estudiantes, este año más de la mitad de los alumnos del MBA de Harvard se han graduado realizando un juramento hipocrático. El profesor Khurana defiende que la medida se extienda a todas las escuelas de negocios.
Continuando con su análisis crítico el profesor de Harvard cree que las escuelas estadounidenses tienen además otros problemas: "En primer lugar, tienen muy poco que ver con el management; y, en segundo, no hay un acuerdo entre todos los centros sobre qué materias comunes se deben impartir, algo que sería impensable en otras disciplinas como la medicina o la abogacía".
Las escuelas de negocios empezaron hace cien años como "verdaderas escuelas", pero con el tiempo se han convertido en una industria que se retroalimenta, "únicamente preocupada por los rankings o los sueldos que cobran sus alumnos nada más salir al mercado laboral". "Posteriormente se benefician de la relevancia que adquieren sus ex alumnos, la mayoría de los cuales realiza donaciones a sus escuelas o incluso contrata a las nuevas generaciones que salen de sus antiguos centros de estudio", explica Khurana.
La voz disidente de la escuela de negocios de Harvard aclara que a pesar de sus opiniones cree en los centros de enseñanza empresarial, se define como un "enamorado" de los negocios y del management que quiere actuar según su conciencia y señalar que los centros de formación para futuros directivos "han terminado siendo muy distintas a como se las había concebido inicialmente". A lo largo de la historia de las escuelas, los estudios humanistas, según explica, se han ido relegando de sus programas de enseñanza hasta que al final las materias económicas han ganado la partida, como señalaron Pfeffer y Fong en 2003. "Se pierde el protagonismo que han tenido las teorías del management, que quedan desplazadas por el único interés de los socios inversores, perdiéndose totalmente la preocupación inicial por preservar también el interés público". En opinión de Khurana, el paso por una escuela de negocio es actualmente sólo un requisito para poder acceder a los puestos de trabajo "mejor pagados y más privilegiados".
Críticas españolas desde Arizona
Ángel Cabrera, presidente de la escuela de negocios Thunderbird, es otra de las voces críticas con el planteamiento actual de los centros de enseñanza para futuros directivos. Aboga por que las escuelas de negocios enseñen también responsabilidad ética dentro de las teorías económicas. De momento, lo está haciendo sin que repercuta en la evaluación de la calidad de los planes educativos de su centro, ya que los másteres de la institución que dirige Cabrera siguen apareciendo en la parte alta de los rankings. A la pregunta de quiénes son los responsables de la crisis, Cabrera responde sin dudar que las escuelas de negocios. "Tengo muchos colegas que dicen muy convencidos que éstas no tienen nada que ver con la crisis. Estoy en desacuerdo, aunque no resulte lo más popular en mi gremio. No podemos decir que la culpa es de otro. Ha habido problemas de regulación, de mercados financieros, eso es evidente, pero también ha habido excesos tremendos en los sistemas de retribución de ejecutivos, que, sinceramente, no tienen sentido. Y los han puesto en práctica directivos formados en nuestras escuelas, que han sido aceptados por consejos de administración, cuyos miembros han salido también de las escuelas".En su opinión, se ha producido una cadena de fallos sistemáticos de responsabilidad directiva y de conducta ética. "Es un cúmulo de decisiones no muy acertadas que se pueden conectar con lo que enseñamos". Cabrera sostiene que las empresas son vitales para el desarrollo de la sociedad y que, por tanto, "la labor de formar a los directivos es absolutamente fundamental". El presidente de Thunderbird, que cree que se puede y se debe enseñar valores a los directivos que llegan a la escuelas ya maduros, defiende la suya por ser "única, muy peculiar y estar enfocada a educar líderes globales". Cabrera ha impuesto un juramento ético para sus graduados, según el que deben comportarse éticamente en su responsabilidad como directivos. "La crisis va a venir muy bien para introducir cambios".