La aversión al riesgo del inversor en fondos, en máximos de 12 años
El partícipe en fondos de inversión ha vuelto a sus orígenes. El perfil de riesgo, tras la crisis financiera, se ha vuelto más conservador. A cierre de mayo, un 42% de los inversores está invertido en carteras sin riesgo, un nivel similar al de 1997.
La industria española de fondos de inversión vive momentos duros. La caída de los mercados y la salida de dinero hacia otros productos, principalmente depósitos y participaciones preferentes, ha provocado un descenso del patrimonio gestionado del 36% desde finales de 2006. Casi tres millones de inversores han dejado los fondos desde esa fecha hasta mayo de 2009, lo que supone una caída del 33%, y los que se han quedado en el producto han virado notablemente su perfil de riesgo hacia posiciones más conservadoras que las de hace unos años.
En la actualidad los partícipes en fondos ascienden a 5,8 millones, un 42% de los cuales invierte en productos con poco o ningún riesgo: fondos monetarios, de renta fija a corto plazo y garantizados de renta fija. Se trata del mayor peso en inversiones sin riesgo desde el año 1997, cuando el inversor español comenzó a abrir los ojos a la inversión en Bolsa al calor de las privatizaciones de empresas públicas y el optimismo generado por las compañías tecnológicas. El peso de las inversiones sin riesgo alcanzó mínimos en diciembre de 2006, justo antes del estallido de la crisis. En aquel momento tan sólo el 36% de los partícipes invertía en productos sin riesgo.
En términos patrimoniales la evolución ha sido similar. A cierre de mayo, el 59% del volumen gestionado estaba en carteras sin riesgo, el nivel más alto desde diciembre de 1997. No obstante, a la hora de medir la distribución patrimonial, hay que tener en cuenta que las categorías de más riesgo han sufrido fuertes caídas de volumen por el abrupto descenso de las Bolsas desde el verano de 2007.
Los partícipes en fondos de Bolsa han pasado del 11% en 2000 al 5,2%
En cualquier caso, es significativa la huida de los inversores de los fondos de más riesgo. Los partícipes de fondos de renta variable mixta y pura representan en estos momentos el 5,2% del total de la industria. Es el nivel más bajo desde diciembre de 1996, si bien esto se puede deber a fondos de inversión que han variado su política para ser más flexibles. Recién pinchada la burbuja tecnológica en 2000, estos fondos suponían un 11% del total. En términos patrimoniales, el peso de la renta variable nacional y la renta variable mixta equivale a un 2,92% del volumen total gestionado, el nivel más bajo desde 1993. Aquí sí cuenta la desvalorización de las carteras, que ha afectado al patrimonio bajo gestión en estas categorías.
Paradójicamente, las mayores salidas de dinero de la industria de fondos en lo que va de año se han producido en las categorías de menor riesgo. Los inversores han retirado 4.306 millones de euros de los fondos monetarios y de renta fija a corto plazo, y otros 2.320 millones de los garantizados de renta variable. Esta categoría, también de riesgo limitado, ha sufrido un proceso de vencimientos muy acusado, y buena parte del dinero rescatado por los partícipes ha ido a otros productos fuera de la órbita de los fondos.
Los asesores financieros afirman que el dinero más conservador está muy dirigido por las entidades financieras, cuyas redes comerciales venden productos en función de las necesidades del banco o caja.
La sana práctica del reequilibrio de la cartera
El perfil de riesgo no es algo que varíe con la evolución de los mercados. O no debería. Si un inversor considera inasumibles las pérdidas que sufre su cartera por la depreciación de los activos de más riesgo es porque su cartera no se corresponde con su perfil. Los asesores hablan del umbral del insomnio como aquel nivel de riesgo a partir del cual el inversor se preocupa hasta el punto de que no logra dormir por las noches. Un inversor estará bien perfilado por debajo de ese umbral.La evolución del perfil del partícipe en fondos muestra una clara retirada de los productos de riesgo, coincidiendo con el desplome de los mercados.Pero no es una práctica que los asesores consideren adecuada. "Cuando el valor de la cartera de renta variable disminuye, el inversor debería aumentar el peso de la Bolsa en cartera", explica Enrique Borrajeros, socio de Abante Asesores. Esta práctica se conoce como rebalanceo o reequilibrio de la cartera. Se trata de mantener los pesos de los activos en función del perfil de riesgo del inversor. Por ejemplo, un inversor tiene una cartera formada por un 50% en renta fija y un 50% en renta variable. En un momento dado, la Bolsa cae un 10%, con lo que el valor de su cartera de renta variable cae en la misma proporción. En ese momento la distribución de activos de la cartera será un 60% en renta fija y un 40% en renta variable, lo que arroja una composición más conservadora que la que tenía antes. Para reequilibrar la cartera al 50-50 y volver al perfil original, el inversor deberá vender un 10% de renta fija y comprar un 10% de renta variable.