La recesión pone a prueba a los países del Este
Los problemas de Letonia pueden sugerir que los tipos de cambio fijados son siempre peligrosos. La paridad lat-euro está ciertamente agravando los problemas del Estado báltico. Pero cuando se establecen para mantener la confianza del inversor, una divisa que el Gobierno no puede controlar es una excelente idea.
Los ocho países de Europa del Este que se unieron a la UE en 2004 han utilizado tres estrategias de tipos de cambio. Eslovenia y Eslovaquia han adoptado el euro. Polonia, la República Checa y Hungría han mantenido tipos de cambio flotantes. Estonia, Lituania y Letonia han mantenido una paridad fija frente al euro.
La recesión está poniendo a prueba las estrategias. El último éxito ha sido la media política de teóricamente tipos de cambio fijos. Estonia, Lituania y Letonia disfrutaron una década de alto crecimiento y fuerte inversión extranjera, pero ahora tienen una profunda recesión y una austera balanza de pagos en problemas. Los inversores potenciales temen que se abandone la convertibilidad de las divisas, por lo que están limitando la entrada de su dinero. Los ataques especulativos sobre las divisas amplifican los problemas.
Para los países que mantienen la flotación, los resultados son mixtos. El PIB polaco puede incluso crecer este año, tras un 30% de caída en el zloty. Pero Hungría ha tenido que ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional. Un 10% de caída en la moneda no ha prevenido una severa recesión. La experiencia checa ha sido mejor que la de Hungría, pero más débil que la polaca.
El euro no es sólo una paridad monetaria; es una divisa que no puede abandonarse sin enorme sufrimiento. La moneda ciertamente ha ayudado a Eslovaquia, que sólo se unió en enero de 2009, y Eslovenia. Ambos han sufrido sólo suaves recesiones en 2009, con caídas del PIB previstas en el 2% o menos. Ambos países gestionan déficits de pagos, en el caso de Eslovenia reflejando las dos revaluaciones de la moneda antes de entrar en el euro, pero ninguno ha sufrido significativos flujos de capital.
La lección para los potenciales miembros de la zona euro es que la fase preparatoria -un tipo de cambio fijo sin completa absorción- es altamente peligrosa. Estonia parece haberlo realizado. Quiere unirse a la zona euro a mediados de 2010. Si gestiona esto, estará bien situado para sacar ventaja de sus bajos costes laborales sin tener que preocuparse de los especuladores monetarios.
Martin Hutchinson