Trabajar (o no) en el BBVA
La oferta que BBVA ha hecho a sus trabajadores para que se tomen hasta cinco años sin trabajar percibiendo un 30% de su salario parece muy generosa. También ofrece más trabajo a tiempo parcial para reducir los costes de plantilla. Que estas medidas puedan tener sentido desde el punto de vista financiero para BBVA dice mucho acerca de las onerosas leyes laborales de España y del exceso de plantilla de su sector bancario.
BBVA se encuentra entre los prestamistas europeos más eficientes. Su ratio coste-ingreso del 41% está bastante por debajo de la media europea, que se sitúa en el 58%. Intentar recortar aún más los costes parece fundamental en un mercado en el que el negocio tardará al menos dos años en calentarse. España ya tiene exceso de oficinas. BBVA echó el freno a la expansión de sucursales en 2006, y su inversión en nuevas tecnologías probablemente lleve a más cierres de oficinas. Con el aumento de préstamos improductivos y la ralentización de la economía en México, uno de sus principales mercados, cualquier ahorro en costes es bueno.
Pero despedir sale caro en España. La novedad de esta medida es que puede ayudar a los empleados tanto como a los empleadores. Las insólitas suspensiones laborales pagadas -a un mínimo de 12.000 euros al año, con la seguridad social valorada en 3.600 euros por despido- permitirá a muchos tener tiempo para hacer lo que quieran, incluso trabajar. Los empleados podrán volver luego a BBVA, pero parece obvio que algunos no lo harán.
El refunfuño del Gobierno y de los sindicatos carece de fundamentos. El plan es voluntario y el riesgo de "jubilación anticipada" es irrisorio.
Esto no significa que la idea de BBVA no entrañe riesgos. La tecnología cambia a buen ritmo, y los trabajadores que vuelvan podrían provocar la necesidad de reajustes de plantilla. Las mujeres también son más susceptibles de aceptar la oferta, lo que comportaría desigualdades de género. Y el banco se ha reservado el derecho de rechazar las solicitudes.
Con todo, el plan parece lo suficientemente astuto como para que otras compañías en busca de medidas anticrisis, incluso fuera de España, hagan un seguimiento de cómo le funciona la iniciativa a BBVA.
Por Fiona Maharg-Bravo