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Columna
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El paro da un respiro

El dato del paro registrado del mes de mayo, con una caída de más de 24.000 personas y un aumento de la afiliación a la Seguridad Social de casi 70.000 nuevos afiliados puede señalizar que el mercado de trabajo, lejos de un punto de giro, tiende a normalizarse. Esta noticia esperanzadora llega en los últimos días de campaña electoral, por lo que esperemos que el debate vuelva a donde nunca debió salir: es decir, al principal problema europeo y mundial que es el desempleo. Los aviones, los sastres y las comparaciones entre pederastia y aborto, fruto de un país acomplejado y mediáticamente retrasado, promovido intencionadamente por ciertas instituciones trasnochadas como la jerarquía católica, nos han privado de una campaña formativa y de contraste ideológico de lo que representa el Parlamento Europeo.

El dato del paro, bueno pero no definitivo, no parece más que un dato aislado pues, como definen los americanos, el concepto de recesión es mucho más amplio y no se circunscribe al PIB. En la terminología norteamericana los puntos de giro, punto mínimo del ciclo que da pie al inicio de una recuperación, requieren que un conjunto de variables cambien su tendencia de forma más o menos simultánea. Eso no significa que el signo de todas estas variables deba ser positivo para que el estamento que fecha los ciclos en EE UU (el NBER) dé por concluida una fase del mismo. Este conjunto de variables lo forman, por ejemplo, la producción industrial, el consumo, el empleo, la inflación o la construcción. Coexisten indicadores contemporáneos al ciclo (la producción industrial) o retrasados (el empleo). Por tanto, habrá que hacer un seguimiento en los próximos meses de todas estas variables para poder determinar si este dato es una anomalía, fruto de la estacionalidad, pero también de medidas de choque como el Fondo Estatal para el Empleo gestionado por los Ayuntamientos, o por el contrario es el inicio de un cambio de tendencia.

Siendo esto importante, que lo es, conviene señalar si el país en su conjunto, y sus otrora locomotoras en particular, tienen capacidad para liderar la apuesta más inteligente puesta en marcha por el Ejecutivo, el cambio en el patrón de crecimiento y con ello la posibilidad de suavizar la amplitud de los ciclos, algo que todos los Gobiernos se echan en cara. Miremos, con todas las cautelas, cómo se distribuye el desempleo en los sectores que más habían tirado del empleo. Es la construcción el sector que lidera la destrucción de trabajo, siendo la Comunidad Valenciana y Madrid las regiones dónde más se está notando el impacto. Por eso no extraña que, junto con Canarias, sean las únicas comunidades en las que todavía aumenta el desempleo. Esto, que no tiene ningún valor estadístico, sí merece un análisis más sosegado.

Por ejemplo, la ciudad de Madrid, que supone un 12% del PIB nacional, vive fundamentalmente de tres sectores: comercio, hostelería, construcción y servicios inmobiliarios. Entre ellos suman el 65% del total del PIB de la ciudad, algo que ya se nota en la actividad económica y en el desempleo, pero esto importa poco en el debate tan interesante de corruptelas varias que circula por la capital. Por otro lado, el 70% de la población activa tiene una formación igual o inferior al bachillerato superior, siendo esto muy significativo en el cohorte de edad entre 40-44 años. Hay incluso distritos tan señoriales, como el de Salamanca, que supone el 11% del PIB del total de Madrid, que tienen un 15% de su población analfabeta. Otras cifras curiosas indican que en Madrid se emprende menos que en el conjunto del Estado (15% de empresarios, frente a 21% en el conjunto), es decir, es una economía básicamente formada por asalariados, siendo muy importante el núcleo de empleados públicos. También es, con diferencia, la capital europea con el peor entorno para hacer empresa, si miramos las 21.000 licencias pendientes de tramitación (salvo para algunos y algunas muy allegados). En este punto destaca, una vez más en lo negativo, el distrito de Salamanca.

Con esta estructura económica y poblacional, agravada por el elevado envejecimiento y la tipología de hogares mononucleares que comienzan a ser mayoría, así como una formación muy alejada de los estándares europeos, sólo cabe una política económica que incentive el consumo, y por tanto la demanda agregada, algo que está realizando el Ejecutivo español y también en el resto del mundo y que acabará por dar sus frutos en términos coyunturales, permitiendo volver a la senda de crecimiento. El cambio de patrón de crecimiento tardará en llegar, al menos hasta que algunos políticos y cierta prensa dejen de mofarse de algo que llega desde las instancias que ellos más respetan: el FMI o la OCDE.

Alejandro Inurrieta. Concejal por el PSOE del Ayuntamiento de Madrid

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