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Los lunes de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un éxito anunciado

La renta fija privada despierta el interés de los inversores profesionales.

La renta fija privada o bonos corporativos ha sido posiblemente el tipo de activo que ha despertado un mayor interés entre los inversores profesionales. La razón eran las valoraciones extraordinariamente atractivas en términos históricos y la consecuencia un esfuerzo de marketing importante por parte de un buen número de gestoras de fondos de inversión para promocionar sus productos en este segmento. Ambos aspectos se han mostrado acertados por el momento, con su consiguiente recompensa y justo es reconocer también los éxitos y aciertos de la vapuleada industria de gestión de activos.

Centrémonos en primer lugar en las valoraciones del activo y su comportamiento. Desde finales del año pasado los diferenciales de la deuda corporativa, incluso la de más elevada calidad crediticia, alcanzaron niveles que descontaban un escenario de depresión económica similar al de los primeros años de la década de los treinta del siglo pasado. Los diferenciales de la renta fija privada de calidad -conocida como "grado de inversión- con la deuda pública superaron incluso los 600 puntos básicos en términos agregados, al menos en el segmento más bajo, aquellas emisiones que se califican como triple B. Dicho de otro modo, compañías con balances y negocios bastante sólidos tenían que pagar un interés un 6% superior al de los seguros bonos del estado.

La situación con las valoraciones de la deuda de compañías menos sólidas, aquellas cuya calidad crediticia según las agencias de calificación es inferior a esa triple B y por tanto tienen un riesgo mayor de quebrar y dejar de pagar sus obligaciones, incluyendo el repago de sus bonos, descontaba poco menos que una catástrofe de quiebras generalizadas. Los diferenciales superaban aquí el 15% según algunos de los índices más usados.

Sin embargo, un análisis sereno de los datos e indicadores macroeconómicos y de las medidas que habían venido tomando los gobiernos de los principales países desarrollados apenas admitía comparación con los años de la Gran Depresión. Las caídas de la actividad, aunque severas, no eran comparables a aquellos años y en especial las medidas monetarias y fiscales coordinadas y extraordinariamente expansivas de los gobiernos poco tenían que ver con los grandes errores del pasado.

En el caso de la deuda de alto rendimiento ni siquiera hubo que esperar a los mínimos de mercado de primeros de marzo o a la aparición de supuestos "brotes verdes". Los rendimientos absolutos de esta deuda comenzaron a bajar con fuerza desde el final del 2008 con la consiguiente e inversa subida de los precios de los bonos. Así, según los datos de Lipper la rentabilidad media de los fondos que invierten en renta fija privada de alto rendimiento en euros acumulan una ganancia algo superior al 22%, convirtiéndose por el momento en uno de los claros ganadores del año.

En el caso de la deuda privada de elevada calidad, la favorita para una mayoría de analistas y gestores, el rebote se hizo esperar un poco más pero desde primeros de marzo los fondos que invierten en la misma acumulan una revalorización cercana al 7%. En lo transcurrido del año la ganancia media tampoco es nada despreciable y se sitúa ya en un 3,5% aproximadamente.

El estrechamiento de diferenciales ha ido acompañado también de caídas de los rendimientos en términos absolutos, materializando las perspectivas de que las valoraciones eran ciertamente atractivas. Las perspectivas siguen siendo buenas a los niveles actuales aunque lógicamente, de continuar las subidas, las valoraciones quedarán más ajustadas, en especial teniendo en cuenta que las perspectivas para las economías siguen siendo bastante sombrías. Probablemente se materialice una recuperación de la actividad económica en los próximos trimestres, con Estados Unidos de líder, pero parece cada vez más plausible que no veremos crecimientos económicos destacados en los próximos años, con potenciales recaídas de la actividad no siendo descartables en absoluto.

En este punto es interesante destacar como algunas gestoras han ideado un producto que puede permitir al inversor librarse de los vaivenes que los precios que esta deuda tienen en el mercado secundario. Se trata de fondos que invierten ahora en una cartera de bonos corporativos de primera calidad con un vencimiento definido (3-4 años normalmente) y unos intereses atractivos. Estos bonos se mantienen hasta ese vencimiento, cobrando en el camino unos cupones atractivos (4-5%) y recuperando la inversión inicial al final. Gestoras como las de Santander, Bankinter, March o Bankpime han lanzado recientemente este tipo de productos. Una cartera diversificada y las comisiones más bajas deben ser los criterios principales a la hora de seleccionar uno de estos fondos.

Respecto a las ventas, el éxito ha sido también rotundo como pone de manifiesto un informe publicado por Lipper FMI la semana pasada. Sólo en el primer trimestre las ventas en Europa han alcanzado los 11.000 millones de euros, casi el triple que en el total del año pasado. El crecimiento en términos relativos lo lidera España con nada menos que un 61%.

José Manuel Vicente. Director de análisis de Lipper

Análisis. Deuda pública

Los fondos de deuda pública se convirtieron en una de las mejores opciones de inversión en la segunda mitad del 2008 ante las bajadas de tipos y el pánico en los mercados.

Con los tipos en niveles históricamente bajos y el potencial de una recuperación su atractivo ha bajado mucho en los últimos meses.

Según la gestora británica M&G una tercera parte de la renta fija privada tendría que quebrar en los próximos cinco años para que esta tuviera peor comportamiento que la deuda del Estado.

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