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Columna
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La UE tiene algo que decir en Opel

Es un poco tarde. Pero algunos Gobiernos europeos parecen sorprendidos -incluso en estado de shock- ante la posibilidad de que Alemania intente imponer duras condiciones para rescatar Opel. Por eso la UE ha promovido una reunión en Bruselas. El temor es que los que pujan por Opel traten de impresionar a la canciller Angela Merkel prometiendo mantener abiertas las tres factorías alemanas de la filial de GM. Esto significaría que en su lugar se sacrificarán empleos en Reino Unido, España, Bélgica o Polonia.

Alrededor de la mitad de los aproximadamente 53.000 empleados trabajan en Alemania, donde está también localizada su oficina central. Pero las factorías alemanas produjeron sólo un tercio de los vehículos de Opel fabricados en Europa el año pasado. El Gobierno alemán está esperando para otorgar la mayor parte de los 3.000 millones de euros extra en créditos garantizados que Opel necesita para seguir funcionando. Otros países están ahora enfrentándose a la verdad: el que paga la música elige la melodía.

Habría sido mejor dejar que Opel fuera a la quiebra. Esto en sí mismo podría haber constituido un rescate mastodóntico para la industria del automóvil al completo. Los fabricantes de automóviles podrían haberse beneficiado de esta radical eliminación de la sobrecapacidad actual del sector. Pero esto no era viable, por razones políticas obvias.

¿Habría proporcionado la UE un mejor marco para el acuerdo con una catástrofe industrial de esta magnitud? La respuesta es no. La mayor parte de las sugerencias para lo contrario pasa por confiar a la UE más extensas responsabilidades en la así llamada política industrial, un eufemismo para la gestión empresarial burocrática y obsesiva.

Pero la UE no es ineficaz. Puede asegurar que sus propias reglas de libre competencia son implementadas. Es mucho. Y esto es lo que la UE tiene que hacer. En el fondo, el rescate de Opel es la venta de la rama europea de GM, la compañía matriz en bancarrota, a un postor privado -sea Fiat, Magna u otra- con el Estado alemán proporcionando créditos avalados. El papel de la UE debe estar limitado a ver que el eventual montaje pasa por la concurrencia de sus principios de competencia. Nada más, pero ciertamente nada menos.

Pierre Briançon

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