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Lunes de los fondos

El misterioso caso del oro

El metal se aprecia pese a que las materias primas bajan con fuerza y el dólar se recupera.

Una de las principales ventajas que suele aducirse a favor de incluir el oro y las materias primas en general en carteras de inversión radica en sus propiedades de diversificación, a través de su baja correlación con los principales tipos de activo, como la renta variable o la renta fija. Esta propiedad, desde un punto de vista teórico en la construcción y optimización de carteras, nos podría permitir obtener una rentabilidad similar con un riesgo (medido por la volatilidad) más bajo y unas carteras más robustas y estables.

No obstante, para que ese binomio rentabilidad versus riesgo fuera más favorable el comportamiento del oro en términos de rentabilidad pura tendría que ser suficientemente atractivo. De un modo simplista, de muy poco me vale que la correlación sea baja si ese movimiento no coordinado o acompasado se materializa en que cuando sube la renta variable o la renta fija lo que hace el oro es bajar.

Claro, que cuando el oro ha sido uno de los poco activos que ha tenido un comportamiento más que aceptable en términos relativos durante esta crisis, el interés por aprovecharse de esas propiedades beneficiosas aumenta radicalmente. Más aún si, como destaca Thomson Reuters en un informe publicado recientemente, el diferencial entre el precio del oro y el de las materias primas, medidas por el índice CRB Spot (excluye el petróleo y el oro), ha alcanzado su máximo de hace 30 años. En porcentaje de cambio, el diferencial ha llegado al 65% y en puntos a los 540, lo que supera ampliamente el previo máximo de 370 puntos alcanzado en 1980.

Este hecho no debiera sorprender ya que, mientras los precios de las materias primas se han desplomado desde el verano del año pasado, el oro ha tenido una buena racha que le ha llevado a tocar máximos históricos en términos nominales este pasado febrero. Sin embargo, lo que sí es sorprendente -o por lo menos no es lo esperado- es que este buen comportamiento se ha producido cuando las materias primas bajaban fuertemente y el dólar se apreciaba con respecto a las principales divisas mundiales.

Ello es así porque en primer lugar existe una importante correlación entre el precio del oro y de las materias primas. El análisis de Thomson Reuters Datastream pone de relieve que el coeficiente de correlación histórico de largo plazo (con datos mensuales) es de 0,78. Este coeficiente incluso aumenta más recientemente (desde 1997) hasta un muy considerable 0,85. Sin embargo desde 2008 la reversión ha sido espectacular como puede observarse de manera intuitiva en el gráfico central. En segundo lugar, la relación inversa entre dólar y oro es también histórica y ampliamente documentada.

Valor refugio

En realidad, el precio del oro espera verse positivamente influido cuando las previsiones de sufrir periodos de inflación en el futuro aumentan y por supuesto como valor refugio, especialmente en periodos cortos cuando shocks de mercado y el pánico se apoderan de los inversores. Esto último sería, por tanto, la única justificación que pudiera encontrarse en el momento actual para dicho comportamiento, a no ser que los actores del mercado crean más en un futuro periodo de inflación, ante tamaños estímulos monetarios y fiscales, que en la temida deflación que no pocos auguran. De hecho, la gran diferencia con el periodo recesivo de primeros de los ochenta es que precisamente este vino acompañado de tasas de inflación elevadas, por lo que la gran subida del oro entonces disfrutaba de dicho soporte o justificación.

El mencionado informe de Thomson Reuters precisamente ajusta el precio nominal en dólares en el que cotiza el oro, creando un índice ponderado por las diferentes divisas y el peso de sus flujos comerciales. Este índice pone de manifiesto que el oro esta más caro que en ningún otro punto en los últimos treinta años, incluyendo los primeros años ochenta.

Lógicamente, muchos inversores se habrán venido cuestionando en los últimos meses si deben añadir este peculiar activo a sus carteras a través de fondos de inversión, ETF o fondos cotizados, etc. Pues bien, si nadie tiene la bola de cristal sí se pueden apuntar algunos datos. En términos reales, incluso en los máximos nominales en dólares de 995 por onza alcanzados a primeros de febrero, un inversor que compró a primeros de los ochenta todavía estaría perdiendo fácilmente alrededor de la mitad de su inversión. Anecdóticamente, existe algún estudio que llega a extraer datos históricos hasta tiempos del imperio romano hace más de dos mil años para concluir que tamaña larga serie histórica indica claramente que el precio del oro lo que ha hecho es depreciarse y que esto es aplicable a la mayor parte de las materias primas.

Finalmente, la tendencia del dólar que parece claramente ascendente y una posible recuperación macro en los próximos trimestres, aunque sea modesta, tampoco parecen jugar a favor del dorado metal.

Juan Manuel Vicente. Director de análisis de Lipper

¿Cómo invertir en el metal precioso?

Existen varias maneras de ganar exposición al precio del oro, y algunas de las más sencillas y seguras pasan sin lugar a duda por los fondos de inversión.Los fondos de inversión índice, que replican el propio comportamiento del metal precioso son una de las formas, así como la creciente oferta de ETF (fondos cotizados) que permiten la negociación diaria.Por último, los fondos que invierten en acciones de compañías mineras de oro pero que como se ve tienen una relación si cabe mayor con los mercados de bolsa que con el propio precio del oro.

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