Los rumores exagerados de Goldman
Si la banca de inversiones de Wall Street estaba supuestamente atrapada por el pánico que cundió en 2008, alguien olvidó decírselo a Goldman Sachs. La crisis de crédito liquidó a Bear Stearns y Lehman Brothers y acabó con la independencia de Merrill Lynch. Goldman, la última de sus compañeras en pasar al sector público, se ha recuperado de las pérdidas del cuarto trimestre y ha hecho 1.800 millones de dólares en los tres primeros meses del año, más del doble de lo que preveían los analistas.
Y eso a pesar de algunas cifras pobres en alguno de sus negocios clave: las tasas de incentivos sobre los hedge funds prácticamente no existieron, las principales inversiones registraron una pérdida neta de 1.400 millones y la depreciación de las acciones y las fusiones y adquisiciones golpearon a la inversión bancaria y a los ingresos de los brokers.
En realidad, es difícil no mirar los beneficios de Goldman y concluir que la compañía, que junto con su rival Morgan Stanley encontró refugio al convertirse en un holding bancario, está intentando demostrar que el modelo de banco de inversiones que parecía muerto aún está vivo y coleando. Para empezar, la caja negra de las operaciones comerciales de la compañía aportó la mayor parte del jugo. En segundo lugar, en un acto que parece un gesto insultante hacia el Congreso, Goldman guardó más beneficios para pagar su plantilla que el año pasado, tanto en términos porcentuales como en absolutos.
Y los ejecutivos de Goldman también parecen haber decidido parar de menguar el balance del grupo. Es cierto que los activos sólo aumentaron un 5% desde el último trimestre hasta los 925.000 millones, pero este es un cambio modesto al desapalancamiento que ha mortificado al sector financiero durante un año o más.
æpermil;stas son unas tácticas algo vigorosas para una compañía que pretende convencer al Tesoro de que le permita devolver 10.000 millones de dólares de capital de los contribuyentes que le fue impuesto el pasado otoño. Pero parece que Goldman tiene unos números suficientemente buenos como para cubrirse -y para persuadir a los accionistas que respondan por su venta de stocks por valor de 5.000 millones-.
Antony Currie