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A fondo

Efectos limitados de un petróleo más barato

Ahora que cada día se publican decenas de estudios que analizan las causas de la actual crisis y, sobre todo, qué herramientas o qué iniciativas pueden contribuir a salir de ella surge una nueva incertidumbre: ¿hasta qué punto influye la rebaja del petróleo en el drástico recorte de la inflación y qué efectos puede tener el abaratamiento del oro negro sobre el crecimiento económico? Un informe realizado por la Dirección General del Servicio de Estudios del Banco de España acaba de concluir que la repercusión que tiene un significativo abaratamiento del 50% del petróleo es cada vez más limitada.

El crudo se encareció considerablemente durante la primera mitad de 2008, hasta tocar niveles próximos a los 150 dólares por barril en julio, alcanzando su máximo histórico. Desde entonces, se ha producido un desplome de las cotizaciones que se situaron en el entorno de los 40 dólares durante bastantes semanas, para volver a repuntar a más de 50 dólares en la actualidad. La primera consecuencia es que se ha producido un acusado descenso de la inflación. Y además, en el actual contexto de recesión económica, está suponiendo un elemento amortiguador sobre la contracción de la actividad y el empleo. Y es que mitiga la caída de la renta disponible y la riqueza de las familias en términos reales y permite una reducción de costes para las empresas. Pero, ¿cuánto tiempo durará este impacto?

Los analistas hablan de tres tipos de efectos: los directos, los indirectos y los denominados de segunda vuelta. Los primeros, que se producen en el corto plazo, trasladan esa rebaja de las cotizaciones del crudo en los mercados internacionales al precio de sus derivados, como son los carburantes y combustibles de calefacción, por lo que inciden de lleno sobre el coste de la cesta de la compra. Esta traslación es generalmente muy rápida y la repercusión sobre el IPC es mayor cuanto más elevada sea la proporción del gasto de las familias en esos productos respecto al gasto total.

La rebaja reduce el IPC los dos primeros años, pero causa menos impacto en el PIB

El mayor peso de los productos derivados del petróleo en la cesta de consumo de los hogares españoles respecto a los de la UEM explica, en gran medida, la mayor sensibilidad de la inflación española a las fluctuaciones en la cotización del petróleo que el IPC de la zona euro. Así, los efectos máximos sobre la inflación se observan en el primer año.

Una caída del precio del petróleo del 50% supone una reducción en el primer ejercicio de entre 1,2 y 1,6 puntos porcentuales en la inflación española, mientras que el segundo año la reducción adicional ya es sólo de entre siete y nueve décimas.

En el conjunto de la zona euro el impacto del primer año sería poco más de la mitad del español, de apenas nueve décimas, y cinco el segundo. En cuanto a los efectos indirectos, éstos se refieren a los inducidos por las variaciones de los costes marginales de las empresas al modificarse el precio del crudo, siendo mayores para aquellas actividades que emplean tecnologías más intensivas en el uso de petróleo.

Los temidos efectos de segunda vuelta no son otros que los cambios que se registran en los precios finales, directamente o indirectamente mediante la negociación salarial.

Como se produce un apreciable incremento de los salarios reales y de la renta disponible de las familias, los hogares aumentan, aunque con cierta lentitud, su gasto en consumo y su inversión en vivienda. Este fenómeno se traduce en que las empresas, para hacer frente a esta mayor demanda, contratan a más trabajadores e incrementan su inversión y con ello la actividad económica. Sin embargo, el informe del Banco de España sostiene que este proceso es mucho más lento, lo que provoca que los mayores efectos sobre el crecimiento se detecten en el segundo año, cuando ya se han materializado todos los efectos del abaratamiento del crudo.

No hay que olvidar que una inflación bajo control es lo que ha permitido que el BCE haya rebajado los tipos de interés hasta el 1,25%, con la esperanza de que esta relajación de la política monetaria tenga efectos expansivos sobre la demanda interna y, por tanto, sobre el crecimiento del PIB.

El aumento en la actividad sería algo mayor en España que en el resto de la eurozona por la mayor dependencia española del sector de bienes comercializables del crudo, aunque en cualquier caso, es bastante limitado. De únicamente 0,2 puntos de PIB el primer ejercicio y prácticamente nada en el segundo. De ahí que los expertos sean cada vez más reacios a culpar de todo, sea bueno o malo, al petróleo.

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