Rusia da la sorpresa
El mercado de valores ruso ha subido un 50% en los dos últimos meses. El banco central está vendiendo divisas para evitar que el rublo caiga. Así está ahora Rusia, aunque suene a cuento de hadas. Pero la conjunción de los crecientes precios de las materias primas y de políticas fiscales contundentes parece haber traído un temprano deshielo a su economía. Si Moscú continúa acatando la misma disciplina realista y reformista, el deshielo se podría convertir en una primavera duradera.
Llevó tiempo, pero parece que los partidarios del libre mercado y la disciplina fiscal han triunfado en el Kremlin. Eso no estaba asegurado en noviembre, cuando el Gobierno presentó un presupuesto para 2009 basado en el Brent a 95 dólares -el precio estaba por debajo de los 60-. El Gobierno estaba en ese momento intentando luchar contra la crisis lanzando dinero a los estrujados oligarcas, usando una gran parte de reservas de divisas para apuntalar el rublo e insinuando que el resto se dedicaría a estimular el consumo doméstico.
El primer ministro, Vladimir Putin, decidió entonces enfrentarse a la realidad y ordenó al Gobierno diseñar unos presupuestos más creíbles, basados en los precios del petróleo del momento -41 dólares por barril- y en tipos de cambio realistas. Moscú tuvo que admitir que la economía se contraería, que tras años de excedentes pasarían a un déficit del 7% y que la inflación continuaría subiendo.
La sinceridad ayudó al bando reformista del gabinete, encabezado por el viceprimer ministro Igor Shuvalov y el ministro de Finanzas Alexei Kudrin. Han conseguido un presupuesto austero en el gasto y los subsidios, e intentarán aprovechar la oportunidad para forzar más reformas.
El bonus presupuestario derivado del petróleo a 50 dólares no es algo que entusiasme a los reformistas. Shuvalov incluso desea unos años más con commodities a bajo precio para forzar la entrada de la economía rusa en un 'nuevo modelo'. Que el país llegue a plantearse cortar su dependencia del petróleo es una señal alentadora. Esta crisis puede acabar sirviendo a la causa de la reforma.
Pierre Briançon