Y si los bancos no son lo que creemos
Dentro de la ya familiar expresión crisis pueden encontrarse diferentes tipologías (internacional, nacional, sector financiero, economía real, etcétera), aunque de la bancaria solamente parece haber constancia de la extranjera.
Cierto es que nuestro sistema bancario ha tenido una disciplina que, probablemente, la ha hecho inmune a algunas tentaciones que otras legislaciones no han regulado. Sin embargo, siempre cabe preguntarse si las cosas son como realmente parecen ser.
Con prudencia y respeto, pueden plantearse preguntas que empiecen por el y si : ¿Y si el sector financiero español, no es tan sólido como parece? ¿Y si en un determinado momento se desmorona todo a partir de la primera falta de oxígeno?
Las preguntas recuerdan una situación que ya se vivió en 1992-1993. Conviene recordar cómo a finales del 1992 despertamos oficialmente en crisis, después de haberla aplazado durante todos los extraordinarios actos de aquel año (Olimpiadas de Barcelona, Expo de Sevilla). Repentinamente, desde octubre del 92, pareció que era el momento para la aparición en España de una durísima crisis que, desde hacía meses, suponía una gran recesión europea y americana.
Con orgullo mostramos, entonces, nuestra modernidad y capacidad de organizar actos internacionales, igual que ahora, con similar orgullo, hemos mostrado internacionalmente la fortaleza de nuestro sistema bancario. Pero debemos recordar que al final del año 1992, muchos inversores lo definieron como 'aquel en el casi todo lo previsto salió mal', hasta que todo se vino abajo. Así pues, en el actual escenario de total incertidumbre, parece permitido plantearse si realmente la banca en España es tan fuerte como se dice, o nuestro sector financiero será el último en sumarse a una determinada crisis, con el retraso que ya vivimos en el 92-93.
Se comenta ya la posibilidad de que deba intervenirse algún banco, y desde el Banco de España se trata el tema muy prudentemente. Recordemos, en este sentido, que en aquellos años el actual presidente del Banco de España lo era del Tribunal de Defensa de la Competencia. Casualmente, en el 93 se produjo la intervención de Banesto y, también en aquel año, GM tenía problemas.
A pesar del lógico temor al efecto que pueda provocar la menor duda en el sistema financiero español, continuos detalles van haciendo más necesario plantearse abiertamente su estado real. Hace poco las agencias de rating han puesto un problema más en la mesa, los CDS parecen ratificarlo y la reciente fusión de dos cajas permite intuir la solvencia interior de una determinada entidad financiera española. De ser cierta la hipótesis de trabajo, relativa a una crisis aplazada, habrá que plantearse con qué medios, distintos de los ya implementados, podrá actuarse a destiempo. Por otro lado, siguiendo el criterio bancario de no conceder crédito a proyectos contaminados, muchos se preguntan abiertamente si debe inyectarse dinero público en algunas entidades con balances deteriorados por una supuesta infección, que se come todos los recursos medicamentosos a gran velocidad.
Somos especialistas en esconder la cabeza bajo la tierra, en esconder nuestros fantasmas dentro del armario (que al abrirlo deja a la vista los efectos de la carcoma). Pero si existe alguna duda, tal vez sea mejor actuar. En el 93 se pagó muy duramente el retraso en afrontar una crisis abiertamente reconocida en el resto de Europa y, de producirse, tal vez se lamente el tiempo perdido en abordarla por no haberse reconocido antes.
Fue imposible prever el descalabro de prestigiosas instituciones bancarias de EE UU. Conocer con detalle el interior de los bancos es difícil, y parece que entre ellos todavía no se fían. Incluso, el caso de Jérôme Kerviel en SG puso de manifiesto la dificultad en conocerlo todo desde el mismo interior de una gran institución financiera. Conviene, pues, trabajar con algunas preguntas que empiecen por y si
Por cierto, mencionando a Kerviel, y en relación a determinadas políticas, puede ser interesante recordar lo que alegó su jefe, Daniel Bouton, obstinado en mantener que el banco no sabía nada: '¿Cómo se puede pensar en esconder un agujero con otro? Eso es una idiotez'.
Amadeo Arderiu Calvo. Consultor