_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Preocupación en el Banco Central Europeo

José Carlos Díez

Tras tomarse un respiro en su última reunión, el Banco Central Europeo vuelve a la carga y el escenario más probable es una nueva bajada de tipos hasta el 1,50%. Los miembros más halcones del Consejo, especialmente el presidente del Bundesbank alemán, han aumentado el tono de preocupación de sus mensajes y han hablado de tipos del 1% de nivel de llegada.

Los miembros del Consejo hacen bien en preocuparse. Los indicadores adelantados anticipan una brusca caída del PIB en el primer trimestre, especialmente en Alemania. Además, la tensión en los mercados ha vuelto a aumentar y es la situación del sistema bancario la que más nerviosos pone a los inversores.

El problema es que bajar tipos es necesario pero no suficiente. El BCE debe anunciar en esta reunión que prolonga el acceso ilimitado a sus subastas de liquidez a tipo fijo para los bancos o los inversores se pondrán muy nerviosos. Los mercados monetarios y de capitales siguen sin funcionar con normalidad y la liquidez del BCE es vital para las entidades financieras europeas.

Pero debería ser aún más agresivo. Los bancos tienen una elevada posición en activos que no pueden deshacer y el BCE simplemente les está permitiendo financiar la posición, pero no resuelve el problema. Es urgente que compre activos a vencimiento, como ya está haciendo la Reserva Federal estadounidense, para aliviar los problemas de liquidez, pero retirando del mercado el exceso de oferta de papel, especialmente de activos titulizados, y reflotando el precio de los mismos o de lo contrario los bancos se seguirán descapitalizando y necesitarán más inyecciones de capital público. De nuevo los virtuosos alemanes son los más afectados.

Adicionalmente, los Gobiernos deben afrontar de manera decida la especulación sobre los bonos de tesoros de países periféricos y atender con urgencia la crisis de liquidez de los países de la Europa del Este. El sistema bancario austriaco, sueco y alemán, estos últimos han estado en todos los saraos, tienen una elevada exposición en la zona y forzar a estos países a entrar en suspensión de pagos sería un suicidio bancario para los países europeos.

Además, el Gobierno de Angela Merkel sigue con el freno de mano aplicando planes fiscales de reactivación. Alemania no tiene casi deuda externa, sus familias no están apenas endeudadas y mantienen una tasa de ahorro enfermiza. Si los alemanes cambian su modelo de crecimiento, reducen su desproporcionada dependencia de las exportaciones y reactivan su consumo privado, Europa recuperaría a su locomotora y podríamos dejar de ver la cadena de televisión CNN para seguir los debates de Obama y rezar por la recuperación de Estados Unidos. Los alemanes también pueden, sólo les falta creérselo.

En España también debemos seguir tomando medidas. La bajada de tipos del euríbor aumenta la renta disponible de las familias y el acceso ilimitado a las subastas del BCE al 1,50% alivia los problemas de liquidez de nuestras entidades financieras, pero también es insuficiente.

Nuestro país, además de formar parte del grupo de los cerdos, está señalizado como el próximo Japón, tanto por Financial Times como por las agencias y la banca de inversión internacional. Esto implica que nuestra prima de riesgo aumenta y el crédito sigue sin fluir con normalidad, a unos tipos de interés reales que intensifican la contracción de la demanda de bienes duraderos, coches y casas principalmente, y de inversión en equipo de las empresas.

El gobernador del Banco de España explicó en su última comparecencia en el Congreso que hay caída de la demanda de crédito pero que ante cambios tan bruscos en el entorno las entidades financieras suelen sobrerreaccionar al medir el riesgo de sus prestatarios y reconoció que también hay problemas de oferta. Emilio Botín también ha reconocido que el aumento de la morosidad les ha hecho ser más prudentes.

Aunque las explicaciones llegan con retraso, el pasado ya no se puede cambiar y hay que alegrarse de que ya tengamos un diagnóstico de los problemas prioritarios de nuestra economía y miremos al futuro sin maniqueísmos. Nuestro sistema bancario ha demostrado que es el más solvente de la OCDE, pero si no atacamos de frente la restricción de crédito y frenamos la intensa recesión, la morosidad puede alcanzar en 2010 cotas peligrosas. Aún tenemos margen para actuar, pero como dijo Albert Einstein: 'Nunca pienso en el futuro, llega demasiado rápido'.

José C. Díez. Economista Jefe de Intermoney

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Más información

Archivado En

_
_