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Columna
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Vidas paralelas, pero menos

Es momento de retornos para Lafarge y Saint-Gobain. Los gigantes franceses de materiales de construcción realizaron adquisiciones financiadas con deuda en los últimos años. Pero ahora han sido afectados duramente por un desplome global de la construcción que se extiende desde los maduros mercados del Oeste hasta los una vez prometedores del Este. Y los accionistas tienen que abonar la factura.

Ambas compañías lanzaron emisiones de acciones por 1.500 millones de euros el viernes, como parte de un paquete de medidas que incluye recortes de costes, ventas de activos y reducción de inversiones diseñado para convencer a los mercados de que sus balances pueden resistir un empeoramiento del clima empresarial.

Pero ahí acaban las similitudes. Los inversores han castigado a Saint-Gobain borrando unos 1.700 millones de su valor de mercado. Lafarge se las ha arreglado mejor, sus acciones bajaron sólo ligeramente por encima del 1%, frente a la caída del 15% de Saint-Gobain.

Esto puede ser porque la emisión de Lafarge estaba prevista mientras la de Saint-Gobain fue inesperada. Además, el fabricante de cemento tiene accionistas mayoritarios ricos y amistosos, a diferencia de Saint-Gobain. Los dos mayores accionistas de Lafarge, el financiero belga Albert Frère y la familia egipcia Sawiris, han indicado su intención de mantener sus respectivas participaciones del 20% y 13%. Pero el accionista mayoritario de Saint-Gobain, Wendel, no ha dicho si suscribiría por su total del 21%. El grupo de capital riesgo francés tiene problemas con lo suyo, y ha tenido una incómoda relación con la dirección de Saint-Gobain desde que llegó.

Por supuesto, Saint-Gobain conseguirá su dinero. La emisión ha sido completamente suscrita, pero sólo con un sustancial descuento del 50% para acercarse al precio del jueves y del 44% para el teórico precio de las acciones sin derecho de suscripción.

La reacción refleja de los mercados parece injustificada. La emisión de Saint-Gobain es proactiva, mientras que la de Lafarge parece más reactiva. Bruno Lafont, consejero delegado de Lafarge, necesitó actuar en una deuda que supera tres veces el Ebitda de 2009, cuando la de Saint-Gobain permanece en alrededor de dos veces. Es por lo que Lafont tiene también que proponer un plan de 4.500 millones de euros para reforzar más las finanzas de la compañía.

A pesar de sus manifiestos desafíos, ambas compañías han elegido pagar un dividendo al tiempo que han pedido a los accionistas aportar dinero para rellenar las arcas. Los inversores pueden apreciar el soborno. Pero en estas circunstancias, cualquier otro pago en acciones podría ser imprudente. Por Pierre Briançon

Acción preventiva

La decisión de Anglo American de no hacer un pago final de dividendos para 2008 aguijoneó el mercado. El precio de las acciones bajó más de un 10%. Los inversores no deberían haberse sorprendido. El balance del grupo minero no es demasiado flojo, pero la precaución hizo que la compañía no estuviese a la altura de su reputación.Durante el boom, Anglo sufrió mucho menos por la fiebre de la minería que sus rivales Río Tinto y Xstrata. Ambos acumularon deuda en los buenos tiempos y han tenido que recaudar capital en los malos. Pero la deuda de Anglo aumentó en 2008 de 5.200 a 11.000 millones de dólares, ya que las adquisiciones y los dividendos aplastaron los 7.400 millones de cash flow operativo después de impuestos.La suspensión de dividendos le supone a la compañía un ahorro de 1.500 millones anuales, que se añaden al recorte de 5.000 millones en inversiones anunciado cuando los precios de las commodities eran más fuertes.Las necesidades inmediatas de financiación de la compañía son modestas. Sólo se tiene que ocupar de 1.100 millones de una línea de crédito que vence en 2009 y de un compromiso de prestar 225 millones a DeBeers, compañía productora de diamantes de la que posee una parte.Con la producción cayendo, los precios débiles y la principal operación de platino perdiendo dinero, más vale prevenir que curar. Eso sí: no hay que olvidar que en 2011 vence una línea de crédito de 4.500 millones.Igual que sus competidores, Anglo confía aún en el largo plazo -pero se está instalando en un prolongado periodo de dificultades-. Echará a un 10% de sus empleados y no tiene interés en adquisiciones significativas. Es muy poco probable que acuda al rescate de los accionistas de Río Tinto, como la china Chinalco.El precio de la acción de Anglo cayó un 67% en 2008. Le fue mejor que a Xstrata, más o menos igual que a Río y peor que a BHP -sólo cayó un 31%-. A BHP le hubiese ido peor si su plan de adquisición de Río Tinto hubiese prosperado. La aproximación conservadora de Anglo para conseguir financiación no le ha ido mal, y debería protegerla contra una emisión forzada de acciones. Por Una Galani y Edward Hadas

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