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Crisis financiera

El Este de Europa encaja el castigo más duro

La crisis se ceba en la frágil economía de los nuevos socios de la UE.

Severozapaden, al norte de Bulgaria, es la región más pobre de la Unión Europea, según los datos publicados ayer por la Comisión Europea. Sus habitantes, probablemente, nunca se habían planteado que la falta de liquidez en los mercados financieros internacionales podría empobrecerles aún más. Craso error.

La crisis financiera ha hecho tambalearse a las economías occidentales, pero la mayoría, de momento, se mantienen en pie. En el Este de Europa, en cambio, varios países corren el riesgo de sucumbir a un vendaval que les ha sorprendido en pleno proceso de convergencia con el resto de la UE y con unos cimientos económicos aún por asentar.

Para regiones como Severozapaden, con un PIB per cápita de sólo 2.300 euros (en Extremadura, la región más pobre de España, ese dato asciende a 15.100 euros), la crisis puede suponer como mínimo un frenazo en el proceso de convergencia. Quizá, incluso, una marcha atrás.

'Hay pocas dudas de que para las economías de Europa central y del Este 2009 será un año terrible y 2010, en el mejor de los casos, decepcionante', ha señalado Katinka Barysch, subdirectora del instituto de Estudios londinense Centre for European Reform.

Los países más frágiles, de hecho, ya han tenido que pedir socorro a la UE y al FMI. Esos dos organismos aprobaron a finales de 2008 un programa de ayuda de 7.500 millones de euros para Letonia, que este año podría sufrir una caída del PIB del 7%. Pero tampoco están a salvo economías aparentemente más robustas, como la húngara, hundida por la sequía del crédito y el frenazo del comercio internacional. El deterioro de los vecinos extracomunitarios de la zona, como Ucrania o Rusia, puede agravar aún más la caída. Ayer la canciller alemana, Angela Merkel se mostró favorable a que el FMI intervenga para ayudar a más países.

Y el clima económico parece empeorar por momentos porque los mercados husmean el estallido de una tormenta monetaria en toda regla. El zloti polaco, la corona checa o el florín húngaro han sufrido esta semana batacazos históricos en su cotización respecto al euro, hasta el punto de que alguna capital, como Varsovia, ha anunciado posibles intervenciones para frenar la caída. El comisario europeo de Economía, Joaquín Almunia, ha pedido calma para que ciertas declaraciones no alienten aún más la volatilidad de las monedas.

El Banco Mundial pidió ayer a la UE que orqueste una operación de rescate de sus socios orientales, que se incorporaron al club entre 2004 y 2007. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo ya ha ampliado un 20%, hasta los 7.000 millones durante este año, las líneas de crédito para los países de la zona. Esa entidad espera que sus fondos movilicen otros 13.000 millones de euros del sector privado.

A pesar de esas promesas, el deterioro avanza por el bloque oriental de la UE, donde se encuentran las 20 regiones más pobres del club. A algunas, la crisis puede condenarles a seguir durante años en tan paupérrima situación.

Víctimas también de sus propios errores

La gravedad de la crisis financiera en los países de Europa del Este se ha visto acentuada, en parte, por sus propios errores macroeconómicos. Hungría, por ejemplo, mantuvo una política fiscal expansiva entre 2001 y 2006, según la Comisión Europea, provocando el deterioro de la balanza externa, un déficit por encima del 9% en 2006 y una inflación que llegó al 8% en 2007 . Varios países han contado, además, con gobiernos populistas o euro escépticos, como los Kaczynski polacos, que han retrasado deliberadamente su ingreso en la zona euro, donde ahora, tal vez, podrían capear mejor el temporal.Ayer mismo, el euroescéptico Vaclav Klaus, presidente checo y presidente semestral de la UE, arremetía en el Parlamento Europeo contra el club comunitario y su presunta responsabilidad en la crisis actual. Aparte de la excentricidad de Klaus, lo cierto es que la crisis está crispando las relaciones entre los países del Este y los socios más veteranos de la UE. Los primeros se sienten perjudicados, probablemente con razón, por el acaparamiento de los mercados de deuda pública por parte de los socios más ricos. Además, temen que los planes de rescate del sector bancario de Alemania, Austria o Italia dejen desamparados a las filiales de los bancos de esos países en el Este, donde controlan la mayor parte del mercado bancario. Los dos bloques pueden chocar en la cumbre europea extraordinaria del 1 de marzo.

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